El 10 de mayo de 2024, el cielo nocturno de México se iluminó con auroras boreales, un fenómeno extremadamente raro en nuestras latitudes, resultado de una intensa tormenta geomagnética provocada por la actividad solar. Esta tormenta, la más intensa desde 2003, fue desencadenada por dos gigantescas manchas solares que liberaron fulguraciones de clase X y eyecciones de masa coronal.
Un eco del pasado
Lo ocurrido en mayo de 2024 evoca la poderosa tormenta solar Carrington del 1 de septiembre de 1859, la más fuerte registrada en la historia. En aquella ocasión, el astrónomo Richard Carrington observó la fulguración a través de su telescopio, y diecisiete horas después, el impacto solar provocó auroras visibles en lugares tan lejanos como Cuba y Hawaí, incluyendo a México y Centroamérica. En Ciudad de México, el director del entonces Colegio de Minería, Joaquín Velázquez de León, y sus alumnos fueron testigos de este espectáculo celestial, sin saber que estaban viviendo un evento que interrumpiría los telegráfos de Europa y Estados Unidos.
Las consecuencias de una tormenta solar similar hoy en día serían mucho más graves, afectando nuestra infraestructura tecnológica y comunicaciones, que dependen de satélites y redes eléctricas.
Lecciones y preparación
El Servicio de Clima Espacial México (SCiESMEX) del Instituto de Geofísica de la UNAM anticipó la tormenta y emitió alertas el 10 de mayo, permitiendo a México vivir los efectos de este fenómeno durante más de 39 horas. Las auroras fueron visibles en estados como Michoacán, Querétaro y en la misma Ciudad de México. Este evento fue registrado de manera integral por el Laboratorio Nacional de Clima Espacial (LANCE) operando desde el campus UNAM-Morelia, proporcionando datos valiosos para evaluar la vulnerabilidad del país.
La experiencia de mayo de 2024 subraya la necesidad de una infraestructura científica robusta y políticas públicas que reconozcan el clima espacial como una amenaza real. Desde 2014, la Ley General de Protección Civil incluye las tormentas solares y geomagnéticas como fenómenos que deben ser atendidos por el Sistema Nacional de Protección Civil.
En este aniversario del evento Carrington, los recientes fenómenos nos recuerdan una lección crucial: el Sol no solo es fuente de vida, sino también un riesgo potencial. Prepararnos para estos escenarios es vital; la ciencia y la cooperación internacional son nuestras mejores herramientas para enfrentar las tormentas del espacio.