James Watson, reconocido por su trabajo en la estructura del ADN, falleció a los 97 años. Su muerte fue confirmada por el Laboratorio Cold Spring Harbor, donde desarrolló gran parte de su carrera científica. Nacido en Chicago en 1928, Watson se destacó por descubrir, junto a Francis Crick, la famosa doble hélice del ADN, un hallazgo que revolucionó la biología molecular.
Además de ser galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1962, Watson fue el primer director del ambicioso Proyecto Genoma Humano. Sin embargo, su legado está empañado por múltiples controversias, especialmente por sus comentarios racistas y sexistas a lo largo de los años.
En 2007, el científico generó una gran controversia tras declarar que sentía un “pesimismo intrínseco respecto al futuro de África”, sugiriendo que la inteligencia de las personas negras no era igual a la de los blancos. Estas declaraciones provocaron una fuerte reacción pública y llevaron a Watson a pedir disculpas, aunque sus palabras siguieron resonando como una mancha en su carrera.
A pesar de sus logros, Watson también fue criticado por su falta de reconocimiento hacia Rosalind Franklin, quien hizo contribuciones cruciales a la comprensión de la estructura del ADN, aunque su papel fue ignorado durante mucho tiempo. En su libro “La doble hélice”, publicado en 1968, Watson relató de manera franca el proceso detrás de su descubrimiento, lo que generó aún más controversia.
Watson dirigió el laboratorio Cold Spring Harbor durante 25 años, y su influencia en la biología molecular es indiscutible. En 2014, se convirtió en el primer laureado que vendió su premio Nobel, subastándolo por una cifra considerable, aunque el comprador eventualmente decidió devolverlo.
En los últimos años de su vida, el científico continuó siendo foco de críticas por reafirmar sus posturas sin fundamento científico, lo que resultó en la pérdida de varios títulos honorarios en su laboratorio. A pesar de sus contribuciones a la ciencia, su legado está marcado por su comportamiento polémico y su rechazo a aceptar la diversidad en la inteligencia humana.
Así se despide James Watson: un brillante científico cuya búsqueda de la verdad fue oscurecida por su propio comportamiento y las controversias que lo rodearon.































































