Desde hace tiempo, la televisión ha influido en nuestra forma de lavar los trastes, pero muchos de esos consejos son incorrectos. La imagen típica de un comercial muestra un fregadero lleno de platos sucios y un detergente que promete “arrancar la grasa” con solo una gota. Sin embargo, este enfoque es erróneo.
La manera adecuada de usar el jabón para trastes consiste en disolverlo en agua, en lugar de aplicarlo directamente sobre los utensilios o la esponja. La clave se encuentra en un componente químico conocido como dodecilsulfato sódico, que es un tensioactivo aniónico. Este compuesto tiene propiedades detergentes excepcionales, que incluyen alta capacidad de descontaminación y formación de espuma.
El dodecilsulfato sódico actúa como un agente humectante y reduce la tensión superficial del agua. Aunque la espuma por sí sola no limpia, su presencia indica que los tensioactivos están trabajando para disolver la suciedad y la grasa, lo que es esencial en el proceso de lavado.
Los detergentes para trastes contienen moléculas que tienen dos extremos: uno hidrofilico, que se atrae al agua, y otro hidrofóbico, que se aleja de ella. Este diseño permite que el lado hidrofóbico se adhiera a la grasa en los platos, mientras que el extremo hidrofílico busca el contacto con el agua. Cuando se combina con agua, las moléculas se arrastran junto con la suciedad, facilitando así la limpieza.
Además de la técnica de aplicación del detergente, hay otros consejos útiles para mejorar el lavado de trastes. Es recomendable separar los utensilios por nivel de suciedad, comenzando con los cubiertos, luego vasos, platos y, por último, ollas y sartenes. Remojar los artículos más sucios mientras se lavan los más limpios también es una estrategia eficaz.
El uso de guantes es aconsejable, ya que el contacto prolongado con el jabón puede ser dañino para la piel. La temperatura del agua juega un papel importante: se sugiere usar agua fría para cubiertos, mientras que el agua caliente es preferible para la cristalería y los platos, ayudando a eliminar la grasa más fácilmente.
Es crucial cambiar la esponja periódicamente, cada siete a veinte días, y mantener limpio el escurridor de trastes, ya que este es el lugar donde se secan los utensilios recién lavados. Utilizar agua caliente no solo ayuda a eliminar bacterias, sino que también facilita la limpieza de residuos visibles y ocultos.
Por último, es importante no dejar los platos sucios por mucho tiempo, ya que esto puede atraer plagas e insectos, creando un ambiente propicio para la proliferación de bacterias.