El reciente anuncio sobre la llegada de los nuevos aviones de combate F-16 a la Fuerza Aérea Argentina ha suscitado interrogantes acerca de las exigencias físicas que enfrentan los pilotos al volar a velocidades extremas. ¿Qué ocurre con el cuerpo humano cuando estos aviadores rompen la barrera del sonido y realizan maniobras complejas?
El comodoro retirado Luis Briatore, quien se dedica a informar sobre la misión de la Fuerza Aérea en diversas partes del país, explica que un piloto puede experimentar una multiplicación de su peso por seis durante el vuelo. “Mi cabeza tratará de ir hacia abajo y tendré que hacer un esfuerzo para mantenerme erguido. Lo mismo sucede con mi sangre”, señala Briatore durante una charla en el Museo Nacional de Aeronáutica en Morón.
Para alcanzar velocidades de hasta Mach 2 en un corto periodo, un piloto puede estar expuesto a fuerzas de hasta 6 g, lo que implica que su cuerpo siente un peso considerable, que se presenta de manera vertical en la aviación de combate. Esto contrasta con la experiencia de un piloto de Fórmula 1, quien enfrenta fuerzas laterales que afectan principalmente su cuello.
El avance tecnológico en aeronaves modernas como el F-16 ha mejorado la maniobrabilidad, pero también exige que los pilotos estén preparados para soportar grandes presiones. “El límite humano es aproximadamente 9 g”, aclara Briatore, destacando que la sangre tiende a acumularse en las extremidades inferiores, lo que puede provocar desmayos. Por eso, los pilotos utilizan trajes anti-g que aplican presión en el abdomen y las piernas, ayudando a mantener la circulación sanguínea adecuada.
Además, los asientos de los aviones están diseñados con una inclinación de 30 grados para minimizar el impacto de la fuerza g en el corazón y la columna vertebral. Según Briatore, la biomecánica aplicada a los pilotos de combate es crucial, ya que la fuerza g puede causar daños significativos, especialmente en la columna vertebral. Para mitigar estos efectos, se han desarrollado trajes especiales y se han implementado ejercicios para fortalecer las áreas más vulnerables del cuerpo.
El ex piloto de Mirage también compartió su experiencia personal al eyectarse de un avión, lo que puede generar fuerzas de hasta 20 g. Durante su vuelo en un Mirage III, se vio obligado a eyectarse cuando no logró bajar el tren de aterrizaje, lo que le causó problemas en la zona lumbar.
En una reflexión sobre la historia de la Fuerza Aérea Argentina, Briatore mencionó el papel de la fuerza aérea en la guerra de Malvinas, enfatizando que los valores aprendidos en la Escuela de Aviación Militar fueron más importantes que las aeronaves utilizadas. “Los pilotos argentinos, conscientes del riesgo, supieron enfrentar la adversidad”, concluyó.
El Museo Nacional de Aeronáutica en Morón, fundado en 1960 y trasladado en la década de 1990, alberga 64 aeronaves y ofrece un vistazo a la rica historia de la aviación en Argentina, mostrando no solo aviones emblemáticos, sino también la evolución de la tecnología aeronáutica en el país.