El AS Mónaco ha introducido una nueva y singular medida disciplinaria para su primer equipo: una ruleta de sanciones que se activa cuando un jugador llega tarde al entrenamiento. Este enfoque innovador busca fomentar la puntualidad y el respeto dentro del equipo.
En el mundo del fútbol profesional, las normas y las sanciones son comunes. Por ejemplo, el FC Barcelona, bajo la dirección de Hansi Flick, penaliza a los jugadores que no asisten a la charla previa al partido con la pérdida de su lugar en la alineación titular. Esta política ya había tenido repercusiones el año pasado, cuando Jules Koundé no fue titular ante el Rayo Vallecano por llegar tarde. Igualmente, Inaki Peña enfrentó consecuencias por un retraso en su rol como portero.
Sin embargo, el método del AS Mónaco se destaca por su originalidad. Cuando un jugador se retrasa, debe girar “La Rueda del Castigo”, donde en lugar de recibir un premio, enfrenta una sanción. En un video viral, se observa que al jugador Christian Mawissa le tocó la penalización de comprar un iPhone 16 Pro Max para todos sus compañeros de equipo. Este tipo de sanciones no solo son costosas, sino que se convierten en un tema de conversación tanto interna como externa, elevando la importancia de la puntualidad a un nivel casi cómico.
La implementación de esta ruleta no solo busca combatir la impuntualidad, sino que también refuerza la cultura de equipo. Este mecanismo aleatorio crea un ambiente tenso pero divertido, donde la sanción es pública y evita la humillación, permitiendo que el castigo sea visible sin ser destructivo para el jugador.
Además, el enfoque del AS Mónaco aprovecha el lenguaje viral y la naturaleza llamativa de las sanciones que se convierten en noticia. Esto refuerza el mensaje del club sobre la importancia de la puntualidad: “aquí no se tolera”.
La comparación con las sanciones tradicionales en el fútbol muestra que, mientras estas suelen implicar multas o pérdida de tiempo de juego, la ruleta del AS Mónaco añade un componente grupal y de humor. Esto cambia la percepción del castigo, que se convierte en un evento de camaradería más que en una simple reprimenda.
La pregunta que surge es si esta estrategia innovadora podría ser adoptada por otros clubes. ¿Puede una sanción creativa y mediática ser más efectiva que una multa monetaria o la pérdida de un puesto en el equipo titular? O, por otro lado, ¿existe el riesgo de que esta práctica se convierta en un espectáculo y pierda su impacto disciplinario?































































