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Identifican marcador molecular que podría revolucionar la fatiga crónica

Un descubrimiento científico ofrece un biomarcador para diagnosticar la fatiga crónica, transformando su tratamiento.

Sentirse agotado de manera constante, incluso después de dormir adecuadamente, es una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo. Recientemente, un avance científico ha permitido identificar un biomarcador molecular en sangre que podría transformar la comprensión y el diagnóstico del síndrome de fatiga crónica (ME/CFS), una enfermedad que históricamente ha estado rodeada de escepticismo y malentendidos. Según The New York Times, este hallazgo brinda esperanza a quienes han vivido en la incertidumbre, ya que la fatiga crónica figura entre las quejas más frecuentes en las consultas médicas.

Un paso hacia un diagnóstico claro

El descubrimiento de este marcador molecular representa un avance significativo para aquellos que enfrentan años de cansancio inexplicable. Especialistas como la doctora Shannon Sullivan de la Universidad de Stanford, subrayan que identificar la causa del cansancio requiere un análisis exhaustivo de los hábitos y la salud general del paciente. “Es una parte de la medicina con mucha esperanza”, afirmó Sullivan. A pesar de los avances, ella y otros expertos advierten que las causas de la fatiga pueden estar vinculadas a factores cotidianos, como los hábitos de sueño.

Por lo tanto, se recomienda dormir al menos 7 horas cada noche y mantener horarios regulares para acostarse y levantarse. Además, factores como el consumo de café por la tarde, el alcohol en la noche, la exposición a dispositivos electrónicos antes de dormir o las comidas tardías pueden afectar la calidad del sueño. Se aconseja evitar estas prácticas y concluir con la cena al menos 2 o 3 horas antes de ir a la cama.

Detección de trastornos del sueño

Si los cambios de rutina no son suficientes, la doctora Kara Dupuy-McCauley, especialista en medicina del sueño en Mayo Clinic, sugiere consultar a un especialista. Este profesional puede evaluar los síntomas y el historial médico del paciente para determinar si existen otras causas que contribuyan al cansancio. “Siempre es buena idea acudir al especialista en sueño”, explicó Dupuy-McCauley. Entre los trastornos del sueño más comunes asociados a la fatiga se encuentran el insomnio, la apnea del sueño y el síndrome de piernas inquietas.

El insomnio afecta aproximadamente al 30% de los adultos en el mundo, presentándose como dificultad para conciliar o mantener el sueño. Si los síntomas se presentan al menos 3 veces por semana durante 3 meses o más, se clasifica como insomnio crónico. En muchos casos, la terapia cognitivo-conductual resulta más eficaz que los medicamentos. La apnea obstructiva del sueño, que interfiere con el flujo de aire durante la noche, causa despertares frecuentes y somnolencia diurna, siendo tratada efectivamente con máquinas CPAP.

El síndrome de piernas inquietas, caracterizado por sensaciones incómodas en las extremidades, se intensifica por la noche. Reducir el consumo de alcohol y café, así como tratar deficiencias de hierro, puede aliviar los síntomas, según Dupuy-McCauley. Sin embargo, la fatiga también puede estar relacionada con problemas médicos diversos.

La doctora Susan Samson, endocrinóloga de Mayo Clinic, destaca que alteraciones hormonales como el hipotiroidismo, deficiencias de hierro o vitaminas como la D y B12, así como enfermedades crónicas como la diabetes y trastornos gastrointestinales, pueden causar cansancio persistente. Además, ciertos medicamentos, incluidos antidepresivos y antihistamínicos, pueden contribuir a la fatiga. Ante esta variedad de factores, es crucial realizar una evaluación médica integral.

Avances en la identificación molecular

El síndrome de fatiga crónica representa uno de los desafíos más complejos en el diagnóstico médico. Quienes lo padecen describen un agotamiento extremo, dolores persistentes y dificultades de memoria. Sin embargo, la falta de pruebas de laboratorio específicas ha llevado a retrasos en la identificación y estigmatización, ya que los síntomas son a menudo considerados exagerados o ficticios. Hasta ahora, el diagnóstico se basa en descartar otras enfermedades y en la interpretación de los síntomas.

Un estudio reciente realizado por la Universidad de Cornell identificó un patrón molecular en la sangre que distingue a los pacientes con ME/CFS de las personas sanas. Este análisis se centró en el RNA libre circulante (cfRNA), fragmentos de material genético que reflejan el estado de los tejidos y el sistema inmunológico. Con un enfoque en 93 pacientes y 75 controles sanos, los científicos lograron identificar un modelo basado en 21 genes con una precisión del 77% para diferenciar a los pacientes.

El hallazgo reveló que los afectados presentan una mayor cantidad de cfRNA derivado de células inmunitarias, indicando un estado de activación inmunitaria crónica, similar a lo que ocurre durante una infección persistente. También se observó una menor cantidad de cfRNA de plaquetas, lo que podría estar relacionado con alteraciones en la coagulación sanguínea. Se examinaron fragmentos de RNA de virus comunes, pero no se encontraron diferencias notorias entre pacientes y controles, lo que refuerza la idea de que la clave reside en una disfunción inmunitaria persistente.

Implicaciones del descubrimiento

Este descubrimiento de un biomarcador en sangre representa un paso significativo para los pacientes que durante años han buscado una prueba objetiva que valide su experiencia. Un diagnóstico más certero podría facilitar el acceso a tratamientos, prestaciones y apoyo médico, además de ayudar a reducir el estigma social. Sin embargo, los autores del estudio advierten que la prueba aún no está disponible clínicamente, ya que la precisión actual implica que uno de cada cuatro pacientes podría ser mal clasificado.

Se requieren investigaciones adicionales con grupos más grandes y diversos, incluyendo personas con ME/CFS relacionado con la COVID prolongada, así como análisis de los cambios en cfRNA tras episodios de esfuerzo. A pesar de las limitaciones, este avance demuestra que el síndrome de fatiga crónica tiene bases biológicas medibles, desafiando la percepción de que se trata de un trastorno exclusivamente psicológico. La posibilidad de contar con una prueba sanguínea abre nuevas oportunidades para el diagnóstico y el desarrollo de tratamientos específicos, marcando un paso relevante hacia el reconocimiento biomédico de la enfermedad.

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