Recientemente, el aumento de aranceles del 30 al 50% a las importaciones provenientes de países sin tratado ha generado un debate sobre su efectividad. En el contexto de las tensiones entre México y China, esta medida busca proteger la industria automotriz nacional, pero parece que no detiene la llegada de automóviles chinos al país. Esta semana se anunció la entrada de una nueva marca de autos, sumando casi 30 marcas del “país del dragón” que ya comercializan sus vehículos en el mercado mexicano.
A pesar de los aranceles elevados, los analistas financieros prevén que las marcas que gozan de mayor demanda opten por reducir los incentivos, como los “bonos”, y ajusten las tasas de financiamiento. Esto podría resultar en una leve disminución en la oferta de créditos comparado con los últimos dos años, aunque no se espera un aumento drástico en los precios de los autos chinos. La clave para estas compañías parece ser deshacerse de inventarios robustos, y el aumento en los impuestos no será un impedimento para que continúen exportando.
El incremento de aranceles no solo representa una medida para proteger la industria local, sino también una estrategia para alinearse con los intereses de Estados Unidos bajo los términos del T-MEC. Sin embargo, también se plantean preocupaciones sobre cómo esto podría afectar la competencia y la diversidad de opciones disponibles para los consumidores. Algunas voces advierten que este aumento en los aranceles podría impactar el costo final de los vehículos, especialmente los modelos híbridos y eléctricos, haciéndolos menos atractivos para los compradores.
Otra posibilidad es que se busquen negociaciones, no solo con China, sino también con otros países estratégicos como Corea, para suavizar el impacto de esta medida y alcanzar acuerdos que beneficien a ambas partes. Es crucial seguir de cerca el desarrollo de esta situación y sus repercusiones en el mercado automotriz mexicano.