El sector agroindustrial en México ha mostrado una notable resiliencia y capacidad de crecimiento en los últimos años. Para fortalecer su desarrollo, es esencial encontrar estrategias que conviertan el prestigio territorial de sus productos en un valor económico sostenible. Una gran oportunidad para avanzar en este objetivo será la celebración de la Bienal OriGin 2025, que se llevará a cabo del 8 al 10 de octubre en Morelia, Michoacán. Este evento contará con la participación de 81 expositores de diversas partes del mundo, enfocados en promover bienes con denominación de origen (DO) e indicaciones geográficas (IG).
Los productos que cuentan con DO e IG representan contratos de confianza entre el territorio, los productores y los mercados. Gracias a su origen verificable y a una calidad constante, estos productos pueden alcanzar precios premium. Ejemplos a nivel global incluyen el champagne y el parmigiano reggiano, los cuales han protegido su nombre a través de normativas, inspecciones y una narrativa de origen sólida. En México, el tequila es un claro ejemplo de cómo la protección adecuada puede aumentar los precios y reorganizar la cadena productiva, colocando al productor en el centro del negocio.
Michoacán, como anfitrión de la Bienal, ha aprovechado la situación y ha tramitado indicaciones geográficas para productos locales como el pez blanco de Pátzcuaro, las esferas de Tlalpujahua y la guayaba nativa de la región. Durante el evento, se destacarán también el queso Cotija y las guitarras de Paracho, que ya cuentan con sus registros correspondientes. Visibilizar estos productos nacionales es esencial para evitar la comoditización, protegerse del dumping reputacional y combatir la piratería, lo que redundará en beneficios para empacadores y exportadores que construyen portafolios con historia y que cumplen con estándares ambientales y sociales cada vez más exigentes.
Uno de los principales beneficios se observa en los pequeños productores, quienes encuentran más oportunidades de financiamiento, seguros y contratos a largo plazo. En resumen, cuando el nombre de un producto está protegido, la inversión en calidad se traduce en retorno. Todos estos aspectos positivos se ven potenciados por instrumentos y procesos eficientes. Un sistema de DO/IG es efectivo solo cuando existe un consejo regulador sólido, con normas claras, auditoría imparcial y sanciones efectivas ante el uso indebido.
Para mejorar la oferta y competitividad de estos productos, en el Senado se está discutiendo una iniciativa de Ley que propone un único órgano certificador por producto, reglas de evaluación de la conformidad y una ventanilla ágil para los productores. La Bienal también conmemorará 50 años de relación con Irlanda, un recordatorio de que la diplomacia económica comienza en el territorio y culmina en la etiqueta del producto.
No obstante, es crucial recordar que sin controles robustos, una DO/IG puede convertirse en un simple cascarón, caracterizado por nombres inflados, calidad irregular y consumidores confusos. Por ello, el capítulo regulatorio es el núcleo del negocio. Se requieren consejos que midan, sancionen y comuniquen; productores capacitados en estándares, inocuidad y narrativas de origen; y una ventanilla tecnológica que optimice los costos de certificación, asegurando que todos tengan acceso, independientemente de su tamaño. Morelia tiene el foro, mientras que el país cuenta con la materia prima. Ahora es tiempo de establecer conexiones con instituciones que brinden certeza y cadenas que compartan valor, así como generar estrategias para proteger mejor lo que nos hace únicos.