La incorporación de ejercicios en silla se ha convertido en una opción accesible y efectiva para quienes desean mantenerse activos sin la necesidad de realizar entrenamientos de alta intensidad. Esta modalidad se adapta a personas de todas las edades y niveles físicos, promoviendo un estilo de vida saludable y activo.
Según Harvard Health Publishing, cualquier tipo de actividad física reduce el riesgo de enfermedades cardíacas y deterioro cognitivo, además de ayudar a conservar la fuerza necesaria para realizar tareas cotidianas. Pero los beneficios no se limitan al aspecto físico. De acuerdo con el portal iHealth Unified Care, estos ejercicios desencadenan la liberación de endorfinas, lo que contribuye a mejorar el estado de ánimo, reduciendo estrés y ansiedad.
Beneficios de los ejercicios en silla
La opción de practicar ejercicios en silla elimina barreras comunes como la falta de espacio o tiempo, ya que pueden realizarse en casa, en la oficina o incluso durante un viaje. El profesor de educación física Leonardo Martínez señala que “los ejercicios en la silla siempre tienen un objetivo: en adultos mayores, por ejemplo, mejorar la fuerza, la flexibilidad y la movilidad articular”. Esta modalidad es especialmente útil para quienes enfrentan problemas de equilibrio o movilidad reducida.
Además, The New York Times resalta que estos ejercicios son una herramienta valiosa para quienes están en proceso de rehabilitación, ofreciendo una forma segura de mantenerse activos. La práctica regular de estas rutinas ayuda a mantener la funcionalidad y la independencia en las actividades diarias.
Recomendaciones para una práctica segura
Martínez advierte que antes de iniciar cualquier rutina es esencial “conocer al paciente o grupo, revisar la historia clínica y considerar factores como el equilibrio, la visión, el estado emocional o nutricional, así como antecedentes postoperatorios”. Estas precauciones permiten seleccionar movimientos adecuados y prevenir lesiones, asegurando que la práctica sea tanto efectiva como segura.
Además, Harvard Health Publishing agrega que este tipo de entrenamiento brinda “una base estable” y disminuye la presión en rodillas o tobillos sensibles. Las rutinas pueden adaptarse a todos los segmentos del cuerpo: desde el tronco, piernas y brazos, hasta ejercicios de coordinación y flexibilidad.
Para adultos mayores, se recomienda realizar sesiones de 40 minutos, tres veces por semana, combinadas con juegos de mesa para estimular la neurocoordinación. Entre los movimientos básicos se encuentran la marcha sentada, la elevación de piernas y ejercicios de hombros o espalda, que deben realizarse con una silla estable y sin apoyabrazos para ampliar el rango de movimiento.
Es importante consultar a un médico antes de iniciar si se tienen indicaciones de limitar la actividad física o si existen problemas de espalda, hombro o cadera. También se sugiere evitar sillas con ruedas y elegir pesos adecuados, que permitan realizar entre ocho y doce repeticiones, siendo las últimas las más exigentes. Ajustar la rutina a cada persona y observar la respuesta corporal es clave para obtener beneficios sin riesgos.