El conflicto en Gaza dio un giro inesperado este 24 de octubre de 2023, cuando Israel llevó a cabo su primer ataque contra Catar, un país que ha actuado como mediador en las negociaciones para una tregua en la Franja de Gaza. El bombardeo tuvo como objetivo una reunión del buró político de Hamas en Doha, convocada para discutir la propuesta de alto el fuego presentada por Estados Unidos.
A las 16:00 hora local (06:00 de la mañana, tiempo de México), varias explosiones resonaron en la capital catarí, levantando columnas de humo visibles desde varios puntos. El gobierno de Catar confirmó que el ataque impactó un edificio residencial donde se encontraban líderes del movimiento palestino.
Justificación del ataque por parte de Israel
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, justificó la ofensiva alegando que era una respuesta al atentado ocurrido en Jerusalén el día anterior, que dejó seis muertos y fue reivindicado por el brazo armado de Hamas. Netanyahu manifestó que había instruido a las agencias de seguridad para “prepararse a atacar a los líderes de Hamas”.
Hamas reportó que cinco de sus integrantes murieron en el ataque, incluidos Hamam Khalil al Hayya, hijo de Khalil al Hayya, jefe de la delegación negociadora, y Yihad Labad, director de la oficina del negociador principal. También fallecieron Abdulá Abdul Wahid, Moamen Hasuna y Ahmed al Mamluk. Un agente de la policía catarí, Bader Saad Mohamed al Humaidi al Dosari, perdió la vida y varios efectivos de seguridad resultaron heridos. El presidente israelí, Isaac Herzog, confirmó que el blanco principal era Khalil al Hayya, quien sobrevivió junto con otros negociadores, según fuentes de Hamas y el canal Al Jazeera.
Catar responde a la agresión
El primer ministro catarí, Mohammed Bin Abdulrahman al Thani, calificó el ataque como una violación “no solo de las leyes internacionales, sino de toda moral”, advirtiendo que su país se reserva el derecho de responder con firmeza ante lo que consideró una “agresión flagrante”. Al Thani también negó que su país hubiera recibido advertencias previas de Washington, asegurando que “los funcionarios estadounidenses notificaron a Catar diez minutos después” del bombardeo.
En contraste, la Casa Blanca había señalado que el presidente Donald Trump instruyó a su enviado especial, Steve Witkoff, a informar del ataque con antelación, lo que generó un cruce de versiones. El portavoz del Ministerio de Exteriores catarí, Majed al Ansari, reforzó esta postura, sosteniendo que la llamada estadounidense ocurrió “mientras sonaban las explosiones”.
La acción militar ha despertado condenas en distintos frentes. El secretario general de la ONU, António Guterres, denunció la “flagrante violación de la soberanía y la integridad territorial de Catar”. Egipto consideró el ataque un “precedente peligroso” y los rebeldes hutíes de Yemen lo calificaron como una “señal de alerta” para el mundo árabe e islámico.
Catar, un aliado estratégico de Estados Unidos fuera de la OTAN y sede del principal cuartel regional de la Fuerza Aérea estadounidense en Oriente Medio, enfatizó que la agresión pone en riesgo las conversaciones que buscaban avanzar hacia una tregua en Gaza.
El embajador israelí ante Naciones Unidas, Danny Danon, declaró que no habrá inmunidad para “los terroristas” en ningún territorio, incluida Catar. “Israel continuará actuando con decisión contra los líderes del terrorismo dondequiera que se escondan”, afirmó antes de la sesión convocada en el Consejo de Seguridad a petición de Catar y apoyada por Argelia, Pakistán y Somalia.
Un día después del ataque, el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani, se reunió en Doha con el presidente de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed, quien viajó para mostrar solidaridad tras la ofensiva israelí. Ambos líderes abordaron “la continuación de las negociaciones de alto el fuego en la Franja de Gaza”, reafirmando el papel mediador de Catar a pesar de considerar el ataque una “flagrante violación” de su soberanía.
El primer ministro catarí cuestionó en una rueda de prensa la moralidad del conflicto: “¿Cómo puede esto ser moralmente aceptable?”, refiriéndose a la contradicción de ser anfitriones de negociaciones mientras se lleva a cabo un ataque militar.
