Con una decisión que ha tomado por sorpresa a muchos, Nicolás Maduro anunció que este año la Navidad en Venezuela comenzará el 1 de octubre. Este adelanto, que ya se había implementado en 2024, se dio a conocer durante su programa semanal Con Maduro +, transmitido por el canal estatal VTV, donde el mandatario afirmó que la medida “nos ha ido muy bien”, argumentando que favorece la economía y el espíritu festivo del país.
Un gesto simbólico en tiempos de tensión
La decisión de adelantar la Navidad no es meramente festiva; ocurre en un contexto de creciente tensión con Estados Unidos, que ha intensificado su presencia militar en aguas cercanas a Venezuela. Maduro calificó esta situación como una amenaza, lo que convierte el adelanto navideño en un símbolo de resistencia nacional. En años anteriores, este tipo de medidas se han utilizado como respuesta a crisis políticas o electorales, buscando estimular la moral colectiva y crear una sensación de estabilidad en tiempos difíciles.
En el pasado, el gobierno ha complementado estas celebraciones con la entrega de alimentos, incluidos los tradicionales perniles, a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), lo que añade un componente social a la festividad.
Críticas y reacciones a la decisión
Sin embargo, esta estrategia no ha estado exenta de críticas. Sectores como la Iglesia Católica han señalado que el adelanto de la Navidad puede ser una instrumentalización política de una festividad religiosa. Observadores internacionales y miembros de la oposición también advierten que esta medida busca desviar la atención de problemas estructurales profundos, como la crisis humanitaria, la inflación y la falta de libertades políticas que afectan al país.
Maduro, en su intervención, defendió que la Navidad es parte del derecho a la felicidad y la vida, y aseguró que “nadie en el mundo nos lo va a quitar”, insistiendo en que 2025 ha sido un año “bueno y bonito” para Venezuela, en el que el país ha logrado reponerse ante adversidades. Esta narrativa de reconstrucción se cruza con un ambiente de polarización política y una situación económica crítica, donde muchos venezolanos todavía luchan por satisfacer sus necesidades básicas.
Así, el adelanto de la Navidad se presenta como un acto que mezcla política, fe y festividad, en un país donde la celebración se ha convertido en un refugio ante la adversidad.