El comercio internacional de cereales se encuentra en un periodo de abundancia gracias a cosechas récord y precios en descenso. Sin embargo, la logística global sigue siendo vulnerable a la volatilidad del petróleo y a las tensiones en corredores estratégicos, como el mar Negro y las fluctuaciones en las tasas de cambio entre el euro y el dólar.
Según informes consultados, el mercado actual muestra un nivel de estabilidad, adaptándose a las circunstancias presentes. No obstante, las oscilaciones recientes en mercados de referencia, como Euronext en París y la Bolsa de Chicago, demuestran que la cadena de suministros continúa expuesta a factores externos que impactan la planificación logística y los costos de transporte.
El último análisis del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) indica que la campaña 2025-2026 se caracterizará por una oferta abundante. Se estima que la producción mundial de granos alcanzará 2.930 millones de toneladas, lo que representa un incremento anual del 2,7%. El trigo se proyecta en 816 millones de toneladas, con un aumento del 1,9%, mientras que el maíz se mantendrá estable con 1.288 millones de toneladas. Este aumento en la producción se observa en Estados Unidos, que experimenta cosechas y niveles de superficie cultivada que no se veían desde la década de 1930.
La alta disponibilidad de granos ha llevado a precios contenidos en el comercio internacional. En este sentido, España, un país con déficit en producción y dependiente de importaciones, ha visto descensos en los precios mayoristas de trigo blando, maíz y cebada, que han caído entre un 0,2% y un 1,4% en septiembre. Anualmente, el trigo blando ha disminuido un 12,5%, el maíz un 5,4% y la cebada más de un 13%.
A pesar de que la abundancia de oferta mantiene los precios a raya, el comercio internacional de cereales enfrenta diversos riesgos que impactan directamente la logística. En Europa, la depreciación del euro frente al dólar ha encarecido las importaciones extracomunitarias, generando incertidumbre en los contratos de transporte marítimo. Además, el aumento del precio del petróleo está elevando los costos de fletes y seguros, afectando a los operadores logísticos.
Los problemas se agravan por la inestabilidad en el mar Negro, que representa una de las principales rutas de salida de cereales de Ucrania y Rusia. Las tensiones navales en esta área han causado picos de volatilidad en los mercados, manteniendo a las navieras y aseguradoras en estado de alerta, ajustando tarifas debido al riesgo de interrupciones.
En América, Argentina mostró dinamismo en las últimas semanas tras la eliminación temporal de impuestos a la exportación, lo que aceleró los embarques de cereales, harina y soja. A pesar de que dicha medida ya ha sido revertida, evidenció la capacidad del país sudamericano para influir en los flujos regionales y mundiales de abastecimiento agrícola.
Para el transporte internacional de granos, la situación actual presenta un delicado equilibrio entre la abundancia de oferta y los riesgos externos. La mayor disponibilidad de cereales ha disminuido los costos de las materias primas y asegura volúmenes de carga para buques graneleros, trenes y camiones, consolidando así el flujo logístico global.
No obstante, la volatilidad en los tipos de cambio, el aumento del costo del petróleo y las tensiones en corredores estratégicos como el mar Negro o el Canal de Panamá complican la previsibilidad que requieren los operadores. Cada cambio en los costos energéticos o en los seguros marítimos se traduce en ajustes en las tarifas logísticas, lo que afecta la competitividad de exportadores e importadores.
En países como España, donde hay una alta dependencia de importaciones, los precios bajos alivian el costo de abastecimiento; sin embargo, el verdadero desafío radica en garantizar cadenas de suministro fluidas en un clima donde el transporte marítimo y la logística intercontinental enfrentan crecientes incertidumbres.
A corto plazo, la campaña 2025-2026 promete garantizar volumen y disponibilidad de cereales en los mercados internacionales. Sin embargo, la experiencia reciente ha demostrado que la logística de granos es extremadamente sensible a factores geopolíticos. El desafío consistirá en mantener la fluidez de los corredores comerciales ante escenarios de tensión que pueden alterar rápidamente lo que se proyecta con meses de antelación. Para el comercio exterior y el transporte internacional, la abundancia de cosechas representa una oportunidad, siempre que la logística global logre sortear los riesgos externos que condicionan al sector.
