El uso de internet se ha vuelto cada vez más común entre niños y adolescentes. Según Norton, el 82% de los padres controla activamente el tiempo que sus hijos pasan en línea, aunque casi un tercio admite que sus hijos logran evadir estos controles. Por ello, es crucial establecer límites y fomentar hábitos que aseguren un uso seguro de internet.
Una convivencia digital saludable requiere más que supervisión; exige diálogo, acompañamiento y reglas claras. A continuación, se presentan cuatro estrategias fundamentales para proteger a los más pequeños y ayudarles a desarrollar una autonomía responsable en el entorno digital.
Importancia de las contraseñas seguras
El primer paso para navegar de manera segura es enseñar a los niños sobre la importancia de usar contraseñas robustas y proteger su información personal. Muchos menores no son conscientes de los riesgos que implican las contraseñas simples o compartir datos sensibles en línea. Es esencial explicarles que las contraseñas deben ser únicas, largas y nunca compartidas.
Además, se debe activar la autenticación en dos pasos en cualquier servicio digital que lo ofrezca, lo que añade una capa extra de seguridad contra accesos no autorizados, incluso en plataformas de videojuegos. Los adultos deben guiar a los niños en el proceso de crear contraseñas y configurar estas medidas de seguridad, ya que a menudo subestiman su importancia.
Establecimiento de límites digitales
Definir límites digitales en casa es clave para mantener un equilibrio entre hábitos saludables y el bienestar general de los niños. Las herramientas de control parental permiten a los padres establecer horarios de uso, bloquear contenidos inapropiados y restringir el acceso a aplicaciones o sitios web riesgosos. Es fundamental complementar la supervisión digital con la creación de espacios libres de tecnología, donde se establezcan momentos familiares sin dispositivos.
Mantener teléfonos y tabletas fuera de los dormitorios por la noche puede mejorar la calidad del descanso y disminuir el riesgo de exposición a contenido no deseado. Instituir una “estación de carga” familiar o acordar rutinas sin pantallas durante las comidas ayuda a fortalecer los lazos familiares y resalta la importancia de desconectarse.
Fomento del diálogo y la educación constante
El diálogo abierto y la educación continua son esenciales para prevenir riesgos en línea. Especialistas sugieren abordar las inquietudes y errores relacionados con el uso de dispositivos sin juicios ni alarmismos. Es recomendable que los padres consulten regularmente sobre las actividades digitales de sus hijos y discutan los beneficios y riesgos de las diferentes plataformas.
Es crucial que los niños sepan que pueden acudir a los adultos si encuentran contenido confuso o peligroso. Hablar abiertamente sobre errores y recordar que todos están en un proceso de aprendizaje en ciudadanía digital refuerza la disposición para enfrentar situaciones como el ciberacoso o la sobreexposición a contenidos dañinos.
Participación y modelado de conductas
El ejemplo que brindan los adultos y la participación activa en actividades digitales son fundamentales para el desarrollo de buenos hábitos en los niños. Se sugiere que las familias exploren la tecnología juntas, ya sea viendo programas, jugando o investigando contenido educativo. Esta interacción permite a los adultos conocer mejor el entorno digital de los menores y establecer criterios de uso adecuado.
A medida que los niños demuestran mayor responsabilidad, la supervisión debe ir disminuyendo, lo que genera un ambiente de confianza. También es vital que los padres reflexionen sobre su uso de la tecnología, ya que los menores tienden a replicar las actitudes que observan en casa. Establecer reglas grupales y participar en las plataformas que utilizan los hijos rompe el esquema de control y fomenta la idea de colaboración ante los desafíos digitales.