El 31 de agosto de 2023, la Sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) confirmó la detención de un oficial de policía vinculado a la masacre de Nochixtlán, un evento trágico que marcó la historia reciente de México. Este arresto se considera un primer paso en la larga lucha por justicia tras los crímenes de lesa humanidad cometidos contra un pueblo que, con valentía, se alzó junto al magisterio democrático oaxaqueño en defensa de la educación pública.
La coordinación de la CNTE subrayó que estarán atentos para garantizar el debido proceso y la reparación de los daños a las víctimas, sobrevivientes y familiares afectados por estos lamentables hechos. La realidad es que la lucha por justicia en este caso ha sido extensa y dolorosa, reflejando las heridas abiertas en la sociedad oaxaqueña.
Contexto de la Masacre de Nochixtlán
Recordemos que el 19 de junio de 2016, un grupo de aproximadamente 50 personas bloqueó la autopista 135-D y la carretera federal 190 en Oaxaca, protestando contra la reforma educativa del entonces presidente Enrique Peña Nieto. Este contingente estaba formado por maestros, familiares, menores de edad, así como activistas y pobladores que buscaban ser escuchados.
Sin embargo, el diálogo fue sustituido por la violencia cuando fuerzas armadas intervinieron. El operativo involucró a 400 policías federales, 400 oficiales estatales y 50 elementos de la Agencia Estatal de Investigaciones, todo bajo la orden del entonces gobernador Gabino Cué. Según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), este uso desmedido de la fuerza resultó en un enfrentamiento que dejó un saldo trágico: 8 personas fallecidas, 103 lesionadas y 46 más afectadas por la exposición a gases lacrimógenos, de los cuales 35 eran menores de edad. Estos números no solo son estadísticas; son vidas interrumpidas y familias desgarradas por la violencia.
El arresto del oficial de policía es, sin duda, un momento significativo en la búsqueda de justicia, pero aún queda un largo camino por recorrer para sanar las heridas de aquel día fatídico y asegurar que no se repitan tales abusos de poder en el futuro. Es un recordatorio de la importancia de la memoria histórica y la necesidad de un compromiso real y efectivo con los derechos humanos en México.
