El accidente cerebrovascular (ACV), conocido popularmente como derrame cerebral, se ha convertido en una de las principales causas de muerte y discapacidad adquirida en la población adulta. Cada año, aproximadamente 15 millones de personas en el mundo padecen un ACV, según datos de la Organización Mundial de la Salud. En México, la situación no es diferente, con miles de casos reportados anualmente, lo que resalta la urgencia de una atención médica rápida y efectiva.
Tipos de ACV y la importancia del tiempo
Existen dos tipos principales de ACV: el isquémico, que representa alrededor del 87% de los casos y ocurre cuando una arteria se obstruye, y el hemorrágico, que se produce por la ruptura de una arteria y provoca hemorragias en el cerebro. La clave para reducir las secuelas graves radica en el tiempo de respuesta. Especialistas como el doctor Adolfo Savia, director médico de la Clínica de Rehabilitación Otamendi, enfatizan que las primeras 4 horas y media tras el inicio de los síntomas son críticas.
“Para reducir la mortalidad del ACV y disminuir las secuelas, hay que atender bien y rápido”, señala Savia. El abordaje del ACV es, por tanto, tiempo-dependiente: cuanto antes se reconozcan los síntomas y se acceda a atención médica, mayores serán las probabilidades de una recuperación favorable. Sin embargo, a menudo la población no reconoce los signos de alerta, lo que retrasa la búsqueda de ayuda.
Capacitación médica y acceso a tratamiento
Para enfrentar esta problemática, Boehringer Ingelheim y la Universidad Abierta Interamericana lanzaron en noviembre de 2024 el Excellence Stroke Training Center (ESTC) en Buenos Aires, con el objetivo de capacitar a profesionales de la salud en la atención del ACV. Este programa intensivo e inmersivo ha entrenado ya a 400 profesionales de Argentina y otros países de la región, como Uruguay y Colombia, y se propone capacitar a 975 para fines de este año.
Los talleres del ESTC están dirigidos a emergentólogos, terapistas intensivos, neurólogos y enfermeros, quienes son fundamentales en el manejo del ACV. El doctor Matías Alet, neurocirujano y uno de los capacitadores, destaca que uno de los principales obstáculos es la falta de conocimiento de la población sobre los síntomas del ACV. “La gente a menudo demora en reconocer los síntomas y buscar atención”, afirma Alet.
Los médicos coinciden en que la educación es vital. “Es crucial que la gente reconozca los síntomas: pérdida de fuerza, dificultad en el habla y la ‘peor cefalea de su vida’ son señales de alarma”, explica Savia. Sin embargo, a pesar de ser conscientes de la gravedad de estos síntomas, muchos prefieren esperar en casa en lugar de buscar ayuda inmediata, lo que puede tener consecuencias devastadoras.
El doctor Alet también menciona que la accesibilidad es un aspecto clave en la atención del ACV. “Hoy, gracias a la tecnología, se puede conectar a un especialista en ACV mediante WhatsApp o Zoom con una sala de emergencias”, señala, lo que mejora el acceso al tratamiento incluso en zonas remotas.
Reconocimiento de síntomas y tratamientos disponibles
Las señales de alarma de un ACV incluyen: dificultades en el habla, caras adormecidas, pérdida de fuerza, problemas de visión y un dolor de cabeza intenso. En el caso del ACV isquémico, la ventana terapéutica para aplicar tratamientos efectivos, como la trombólisis endovenosa, es de hasta 4.5 horas desde la aparición de los síntomas.
El tratamiento también puede incluir trombectomía mecánica, un procedimiento que permite la extracción de coágulos bajo guía de imagen. La coordinación entre los distintos eslabones de la cadena de atención, desde el sistema prehospitalario hasta los equipos hospitalarios, es esencial para evitar secuelas irreversibles o la muerte.
El programa de capacitación del ESTC se distingue por su enfoque práctico y multidisciplinario, donde se simulan situaciones reales con actores que representan pacientes con síntomas de ACV. “La interacción con pacientes simulados permite a los participantes tomar decisiones críticas bajo presión”, destaca el doctor Alet.
Con el reciente auge de la concientización sobre el ACV, las actitudes están cambiando. Cada vez más personas llegan a los hospitales reconociendo los síntomas y solicitando tratamiento. Aunque todavía existen muchas realidades diferentes en el país respecto al acceso a atención médica, este cambio de mentalidad es un paso positivo hacia la reducción de las secuelas del ACV y la mejora en la calidad de vida de los pacientes.
