El Estado de Nayarit, durante años, fue víctima de una mala administración que lo sumió en la corrupción y el nepotismo, siendo gobernado por un ciclo de caciques que se turnaban el poder, dejando a su paso un legado de ignorancia y desdén por sus recursos naturales. Pero en medio de este panorama desolador, los nayaritas levantaron la voz y comenzaron a cambiar el rumbo de su historia.
El inicio del cambio
La creación del Fideicomiso Bahía de Banderas en los años setentas fue un primer paso importante, aunque no suficiente. No fue sino hasta 1989 cuando el entonces Gobernador Celso Humberto Delgado, con el apoyo del Presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, dio un golpe de timón decisivo al crear el nuevo municipio de Bahía de Banderas, apostando por un desarrollo turístico que pronto transformaría a la región.
Esta decisión marcó un antes y un después. Bahía de Banderas comenzó a proyectar sus riquezas naturales, convirtiéndose en un atractivo para inversionistas tanto nacionales como extranjeros. A pesar de las dificultades y la resistencia de políticos como los Flores, Gascones y Ochoas, la región se consolidó como uno de los polos turísticos más importantes de México.
El milagro nayarita
Hoy, el “milagro nayarita” se manifiesta en el crecimiento económico y en una población que roza los 400 mil habitantes. Este municipio no solo se ha destacado por su desarrollo turístico, sino que se ha convertido en el motor económico del Estado, logrando que el orgullo de sus habitantes se traduzca en un compromiso colectivo por avanzar y destacar en el panorama nacional.
Bajo el liderazgo del actual alcalde, Héctor Santana García, y una efectiva colaboración con Sergio Santoyo, Director de Desarrollo Urbano y Ecología, Bahía de Banderas continúa su ascenso, alcanzando niveles de calidad y desarrollo que muchos no creían posibles. Este esfuerzo conjunto ha permitido que la localidad se posicione como un referente turístico, similar a lo que Acapulco fue para Guerrero o Cancún para Quintana Roo.
Es indudable que el amor y el orgullo de los nayaritas por su tierra han sido factores clave en este proceso. De un Estado olvidado, Nayarit ha pasado a ser un lugar de oportunidades, donde la colaboración y el trabajo en equipo son esenciales para mantener el impulso y el crecimiento sostenido que lo han llevado a ser conocido como el “milagro nayarita”.
La historia de Bahía de Banderas es un claro ejemplo de cómo, a pesar de las adversidades, la determinación de un pueblo puede revertir el destino de una región. Con cada paso hacia adelante, Nayarit reafirma su lugar en el corazón de México, demostrando que el orgullo puede convertirse en un motor de cambio real.