Septiembre ha sido un mes trágico para México, marcado por la explosión de una pipa de gas en Iztapalapa y el fatídico trenazo en Atlacomulco, que han dejado un saldo de al menos 23 muertos y muchas familias devastadas. En lugar de celebraciones patrias, el país se encuentra sumido en el dolor, recordándonos que este mes ha sido testigo de numerosas tragedias a lo largo de la historia.
Un mes de luto y memorias dolorosas
La explosión de la pipa de gas LP en el Puente de la Concordia, Iztapalapa, ha cobrado la vida de 13 personas y ha dejado a varios más hospitalizados en estado grave. Por su parte, el trenazo en Atlacomulco ha sumado 10 vidas más a esta lista trágica, como si el destino quisiera recordarnos que septiembre es un mes cargado de pesares. Desde el devastador terremoto de 1985, que dejó más de 3,000 muertos y destruyó gran parte de la Ciudad de México, hasta los desastres más recientes, este mes ha sido sinónimo de calamidades.
El 19 de septiembre es una fecha que resuena con el eco de la tragedia, pues 32 años después del sismo de 1985, el mismo día en 2017, un temblor de magnitud 7.1 sacudió Puebla, dejando más de 350 muertos y miles de damnificados, mostrando que, a pesar de algunos avances en la respuesta social, la herida sigue abierta en la memoria de quienes perdieron hogares y seres queridos.
La sombra de las tragedias humanas
Las tragedias de septiembre no se limitan a los desastres naturales; la historia también está manchada por tragedias humanas. La desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa en 2014 continúa sin resolverse, un recordatorio de que la búsqueda de justicia sigue siendo un camino doloroso para muchas familias. Cada año, al llegar este mes, el recuerdo de su lucha se intensifica, y la ausencia de respuestas pesa en el corazón de la nación.
En medio de este doloroso panorama, los mexicanos se preparan para celebrar el 215 aniversario del Grito de Independencia. Mientras algunos abogan por redirigir los recursos destinados a los festejos hacia el apoyo a las víctimas de estas recientes tragedias, otros insisten en mantener las celebraciones como símbolo de unidad. Este debate refleja la división del país, atrapado entre el dolor y la tradición.
La realidad es que México enfrenta hoy un nuevo yugo: la intolerancia, el autoritarismo y una crisis económica que afecta a millones. La deuda interna, que al cierre del segundo trimestre de 2025 alcanzó la cifra de 13 billones 319 mil 630.5 millones de pesos, continúa creciendo, mientras la pobreza extrema se intensifica y los gobiernos parecen más centrados en sus agendas políticas que en el bienestar de la población.
Hoy, México celebra su independencia, pero lo hace con el corazón herido. A pesar del grito de “¡Viva México!”, el dolor de las tragedias recientes resuena en cada rincón del país. Los mexicanos no necesitan fuegos artificiales ni discursos vacíos; lo que realmente requieren es verdad, justicia y dignidad. En este septiembre, la conmemoración de la independencia debe ir acompañada de un compromiso real para enfrentar los problemas que aún nos mantienen encadenados.
