Un fuerte terremoto de magnitud 6.0 sacudió el este de Afganistán el 31 de agosto, con epicentro cerca de Jalalabad, al oriente de Kabul. Este sismo, que ocurrió a solo 8 kilómetros de profundidad, ha dejado un saldo preliminar de al menos 800 muertos y más de 2,500 heridos, según reportes oficiales del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
El movimiento telúrico fue causado por una falla de empuje, es decir, una ruptura en la corteza terrestre donde un bloque se desliza sobre otro debido a la presión tectónica, resultado del choque entre la placa India y la placa de Eurasia. Esta zona es reconocida por su alta actividad sísmica, y el sismo del 31 de agosto se clasifica como uno de los más devastadores en años recientes.
Intensidad y daños materiales
La poca profundidad del sismo provocó que las ondas sísmicas se sintieran con gran intensidad, lo que multiplicó los daños materiales y humanos, especialmente en áreas montañosas. Videos que circulan en redes sociales muestran el violento movimiento, con paredes derrumbándose y personas huyendo en pánico en medio de nubes de polvo.
Según el USGS, desde 1950 han ocurrido otros 71 terremotos de magnitud 6 o mayor en un radio de 250 km del sismo del 31 de agosto, incluyendo seis de magnitud 7 o más. Esto resalta la vulnerabilidad de Afganistán y el oeste de Pakistán a eventos sísmicos.
Operativos de rescate y posibles réplicas
Las autoridades locales y organismos internacionales han desplegado operaciones de búsqueda y rescate, mientras la población permanece en alerta ante posibles réplicas en las próximas horas. La situación es crítica, y se espera que las cifras de víctimas y daños continúen aumentando a medida que avancen los esfuerzos de rescate.
La comunidad internacional observa con preocupación esta tragedia, recordando que la región ha sufrido numerosas catástrofes naturales a lo largo de su historia. La realidad es que este terremoto ha dejado una marca imborrable en la vida de miles de afganos.
