El Festival de Cine de Jerusalén se encuentra en la fase final de preparación para su 42ª edición, programada del 17 al 26 de julio en la Cinemateca de Jerusalén. A pesar de la grave crisis humanitaria que afecta a la región debido al conflicto entre Palestina e Israel, los organizadores han decidido seguir adelante con el evento, resaltando la importancia del cine como una herramienta para la paz y la comprensión cultural.
Con una rica historia que abarca más de cuatro décadas, este festival se ha consolidado como un espacio relevante para cineastas de todo el mundo, ofreciendo una plataforma para el diálogo y la reflexión. “El cine tiene el poder de conectar a las personas, incluso en los momentos más oscuros”, afirmó Yossi Cohen, director del festival. Esta edición promete no solo exhibiciones de películas, sino también foros de discusión donde se abordarán temas de actualidad y la situación en la región.
Los organizadores han implementado diversas medidas para garantizar la seguridad de los asistentes, así como para adaptarse a las circunstancias actuales. Se espera la participación de cineastas internacionales, quienes han expresado su apoyo a través de cartas y mensajes, manifestando su deseo de estar presentes en un evento que trasciende el contexto político. “La cultura no debe detenerse, y el festival es un símbolo de resiliencia”, añadió Cohen.
El programa incluye una selección de filmes que destacan tanto la narrativa palestina como la israelí, con el objetivo de fomentar un entendimiento mutuo. Entre las películas destacadas se encuentran obras que han sido aclamadas en festivales internacionales y que abordan temas de identidad, conflicto y esperanza. Los organizadores han subrayado que, a pesar de las tensiones, el festival seguirá siendo un espacio donde se celebren las historias que a menudo no se cuentan.
La Cinemateca de Jerusalén, sede del festival, será el escenario ideal para las proyecciones, con salas equipadas para ofrecer una experiencia cinematográfica de alta calidad. Además, se contará con la presencia de críticos de cine y académicos que participarán en paneles de discusión en los que se explorarán las obras presentadas y su relevancia en el contexto actual.
A medida que se acerca la fecha del festival, la comunidad local también se ha movilizado para apoyar el evento, reconociendo su valor no solo para la cultura, sino también para la economía de la ciudad. “El festival es un motor para el turismo y una oportunidad para que los artistas muestren su trabajo”, indicó Rina Levy, una de las organizadoras. Esta perspectiva resalta cómo, incluso en tiempos difíciles, el arte puede contribuir al bienestar de la sociedad.
Las entradas ya están disponibles y se espera una asistencia significativa, a pesar de las circunstancias. La organización ha trabajado para ofrecer precios accesibles, asegurando que todos puedan disfrutar de esta celebración del cine. “Queremos que el festival sea inclusivo y que la mayor cantidad de personas posible tenga la oportunidad de participar”, concluyó Levy.
El Festival de Cine de Jerusalén 2025 se perfila como un evento que, más allá de las proyecciones, se convierte en un acto de resistencia cultural y en un llamado a la paz, recordando que el cine puede ser un puente entre diferentes realidades y perspectivas.
