El Cerro del Cubilete, un emblemático lugar en Guanajuato, fue el escenario de la tradicional peregrinación anual de la Diócesis de Aguascalientes, liderada por su obispo, Juan Espinoza Jiménez. Durante este encuentro, el prelado transmitió un poderoso mensaje centrado en la unidad, la humildad y el servicio desinteresado, principios que consideró cruciales en una sociedad que a menudo prioriza el interés propio y la competencia.
Valores en tiempos de competencia
Al iniciar el segundo año del Plan Diocesano de Pastoral, que se extenderá hasta 2033, el obispo Espinoza Jiménez invitó a la reflexión sobre las relaciones humanas, muchas veces condicionadas por la búsqueda de estatus y beneficios personales. “La convivencia social debe basarse en la unidad y en el dar desinteresadamente”, destacó durante la misa en el Cubilete, recordando que estas virtudes son esenciales para construir comunidades solidarias.
Resulta interesante cómo, en un entorno donde el consumo y la competencia prevalecen, el obispo enfatiza la importancia de ofrecer apoyo sin esperar gratitud. Este enfoque desafía la norma social, donde a menudo se confunde el liderazgo con ocupar los primeros lugares.
Construir comunidades solidarias
Ante un público diverso que incluía sacerdotes, seminaristas, jóvenes y familias de Aguascalientes, Espinoza Jiménez subrayó que el verdadero liderazgo radica en asumir la responsabilidad del servicio a los demás. “El reto social es construir comunidades donde la generosidad sea la norma”, afirmó, planteando que este es el camino hacia un bien común.
La peregrinación no solo fue un acto de fe, sino una oportunidad para reflexionar sobre la práctica de la humildad y la generosidad en un mundo marcado por el individualismo. Con el llamado a servir sin esperar recompensa, el obispo dejó claro que la transformación de las relaciones humanas comienza con la entrega y la solidaridad.
