En un giro inesperado de la historia familiar real, la princesa Grace Kelly tomó medidas extremas para separar a su hija Carolina de Mónaco del polémico banquero parisino Philippe Junot. En los años setenta, Grace llevó a Carolina a las remotas islas Galápagos, a miles de kilómetros de la civilización, en un intento desesperado por frenar el romance que escandalizaba a la realeza europea.
Un romance que inquietó a la realeza
El romance entre Carolina y Junot, quien tenía 36 años y era conocido como el “emperador de la noche” de París, alarmó a su padre, el príncipe Rainiero, y a Grace, quien veía a Junot como un hombre inadecuado para su hija. Con una vida ostentosa y un historial de playboy, Junot no solo era un banquero descendiente de un general napoleónico, sino también una figura controversial en los círculos sociales de la capital francesa.
El encuentro entre Carolina y Junot ocurrió en el glamuroso club nocturno Régine’s en Manhattan, un punto de encuentro para celebridades y miembros de la realeza internacional. Desde esa noche, Junot se convirtió en una constante en la vida de Carolina, acompañándola a eventos y ocupando un lugar en el palco real durante un torneo de tenis.
La estrategia de separación que fracasó
La preocupación por este romance llevó a la familia real a implementar una serie de estrategias para distanciar a los jóvenes enamorados. Inicialmente, Rainiero y Grace enviaron a Carolina a una gira cultural por Ecuador, pero al ver que esto no funcionaba, decidieron llevarla aún más lejos, a las islas Galápagos. Sin embargo, esta decisión no tuvo el efecto deseado. En un giro inesperado, Junot voló más de 1,600 kilómetros para reunirse con Carolina, donde le declaró su amor eterno, desbaratando así los planes de Grace.
La boda entre Carolina y Junot se celebró el 29 de junio de 1978, en los jardines del Palacio del Príncipe de Mónaco, un lugar cargado de simbolismo ya que allí Grace Kelly se había casado con Rainiero en 1956. A pesar de que la ceremonia fue un evento mediático aclamado por los 26,000 habitantes del principado, la tensión familiar era palpable. La novia lució un vestido de Christian Dior, diseñado por Marc Bohan, que rompía con las tendencias ostentosas de la época.
Pese a la gran expectación, el matrimonio resultó efímero. En 1980, apenas dos años después de la boda, Carolina y Junot se divorciaron en medio de escándalos por infidelidades del banquero. Esta separación marcó un nuevo capítulo en la vida de Carolina, quien más tarde se casó con Stefano Casiraghi y tuvo tres hijos antes de una tragedia en 1990, cuando él falleció en un accidente. En 1999, Carolina selló su unión con el príncipe Ernst August de Hannover, fortaleciendo los lazos de Mónaco con la aristocracia europea.
