El director mexicano Guillermo del Toro ha expresado su firme oposición al uso de la inteligencia artificial (IA) en la generación de contenidos, afirmando que preferiría morir antes que utilizar estas herramientas. Esta declaración resalta su preocupación por los riesgos que la IA representa para las nuevas generaciones.
Del Toro compara a los desarrolladores de tecnología, conocidos como “tech bros”, con Victor Frankenstein, el protagonista de su propia interpretación de la historia clásica. Según el cineasta, ambos comparten una arrogancia similar al intentar jugar a ser Dios al crear nuevas plataformas y aplicaciones sin considerar las implicaciones que podrían tener sobre la sociedad.
El ganador del Oscar por “La forma del agua” sostiene que el verdadero peligro no es la IA en sí, sino la “estupidez natural” de los seres humanos, que nos lleva a crear estas tecnologías potencialmente dañinas. Del Toro aboga por un arte que surja del ingenio y la emoción humana, especialmente en un contexto donde la industria cinematográfica recurre cada vez más a la IA para la creación de guiones, imágenes y personajes con el fin de reducir costos.
Su rechazo a la inteligencia artificial no se limita a motivos técnicos, sino que se basa en sus convicciones morales y estéticas como narrador. Mientras otros directores optan por utilizar IA para acelerar sus producciones, él defiende la importancia de la imperfección artesanal en el arte, que requiere de la intuición y la emoción humanas, características que no pueden ser replicadas por ningún algoritmo.
Además, otros cineastas renombrados, como Christopher Nolan y Denis Villeneuve, han expresado preocupaciones similares sobre la deshumanización en el séptimo arte. En una época que prioriza la rapidez sobre la calidad, Del Toro enfatiza que la verdadera creación artística requiere tiempo, alma y propósito.
En su reciente proyecto, “Frankenstein”, el director optó por limitar el uso de efectos digitales en favor de técnicas de efectos prácticos, buscando así revivir el arte tradicional. Este enfoque le valió 13 minutos de aplausos en el Festival de Cannes y críticas altamente positivas por su impresionante logro estético. En una entrevista, Del Toro afirmó: “Quiero sets reales. Quiero ver personas pintando, construyendo, taladrando No quiero algo digital, no quiero IA, no quiero simulación. Quiero artesanía de la vieja escuela.”
Su firme postura contra la IA sirve como un recordatorio de que la tecnología sin un marco ético puede engendrar su propio monstruo, tal como ocurre en la narrativa de “Frankenstein”.

































































