Una cápsula del tiempo que llevaba más de un siglo oculta en una iglesia japonesa en Salt Lake City ha permitido a la comunidad japonesa local revivir la historia de sus ancestros. Este descubrimiento fue posible gracias a la intuición de un historiador que sugirió que podría haber algo valioso entre las paredes del antiguo edificio, uno de los pocos que se mantienen en pie en el barrio japonés, ahora en peligro de extinción.
Los miembros de la Iglesia Japonesa de Cristo perforaron ladrillos y hormigón para acceder a una caja metálica escondida en la piedra angular. Al abrirla, encontraron objetos que narran la vida de los primeros inmigrantes japoneses, muchos de los cuales llegaron a la zona durante el auge de la minería y el ferrocarril a principios del siglo XX.
Entre los hallazgos se encontraban banderas cosidas a mano, Biblias en japonés e inglés, periódicos locales y documentos de constitución de la iglesia. El reverendo Andrew Fleishman comentó que estos objetos reflejan “los pensamientos, las esperanzas y la fe de una comunidad de hace más de 100 años”.
Una de las Biblias, en japonés, había sido un regalo de la madre de Lois Hide Hashimoto cuando ella dejó Japón para establecerse en los Estados Unidos. Sus nietas, Joy Douglass y Ann Pos, sostuvieron la Biblia por primera vez, admirando la inscripción que decía “Para Lois Hide, de parte de su madre cuando partió hacia América. 20 de junio de 1906”.
El descubrimiento fue facilitado por Lorraine Crouse, una historiadora de la Universidad de Utah que recordó que las cápsulas del tiempo eran comunes en la época de la construcción de la iglesia. Un escaneo de radar había confirmado la existencia de la caja en los cimientos del edificio.
Los recuerdos de la infancia de muchos miembros de la iglesia también emergieron al ver el contenido, evocando un vibrante barrio japonés que alguna vez fue hogar de numerosos negocios, como restaurantes y mercados de pescado. Este barrio, que llegó a contar con 90 negocios, sufrió cambios drásticos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos líderes comunitarios fueron detenidos y enviados a campos de internamiento.
Con el tiempo, el barrio se redujo aún más debido a la expansión urbana, especialmente con la construcción del Salt Palace en la década de 1990, que desplazó a la mayoría de los negocios restantes. Actualmente, solo quedan algunas señales de tráfico, un pequeño jardín japonés y dos centros religiosos rodeados de nuevas construcciones.
A pesar de estos cambios, la cápsula del tiempo ha revitalizado el compromiso de la comunidad por preservar su legado en un estado donde la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es el grupo religioso predominante. La iglesia, que figura en el Registro Nacional de Lugares Históricos, se encuentra en medio de un desarrollo urbano que podría amenazar su historia.
Los líderes de la iglesia han expresado su preocupación por cómo estos nuevos desarrollos pueden afectar lo que queda de la historia del barrio japonés. Sin embargo, Lynne Ward, una de las ancianas de la iglesia, se siente inspirada por el hallazgo, sintiendo que la comunidad aún tiene un papel que desempeñar en la ciudad. “Nuestros miembros fundadores creían que nuestra comunidad seguiría existiendo dentro de 100 años”, afirmó, sugiriendo que ya están pensando en lo que podrían dejar en una futura cápsula del tiempo.

































































