El reciente lanzamiento de un catálogo literario latinoamericano ha generado un intenso debate sobre la representación de las mujeres en la literatura. A pesar del esfuerzo de Paco Ignacio Taibo II y su esposa Paloma Saiz por promover la lectura a través de iniciativas como las Brigadas Para leer en libertad, la omisión de autoras en este nuevo catálogo ha suscitado críticas.
El catálogo, que se distribuirá gratuitamente en varios países, presenta solo a una cuarta parte de mujeres entre sus 27 autores. Esta situación ha sido considerada una falta de sensibilidad ante la realidad actual, donde la paridad de género es un tema crucial. La reacción del público ha sido explosiva, desviando la atención del contenido literario hacia la discusión sobre la representación de las escritoras.
Es importante destacar que el proceso de selección de autores para el catálogo debió considerar la presencia de escritoras, ya que hay muchas que podrían haber sido incluidas. Aunque no se están a favor de cuotas en la literatura que comprometan la calidad, es evidente que en un catálogo tan limitado, la inclusión de más mujeres podría haber mejorado el equilibrio.
La discusión sobre las cuotas de género resalta la necesidad de una representación equitativa en el ámbito literario. Los jurados de concursos literarios no deben ser exclusivamente hombres o mujeres, y el reciente Premio Bienal de novela Mario Vargas Llosa fue otorgado nuevamente a un autor masculino, Sergio Ramírez. Esto plantea la pregunta de si alguna vez se considerará la equidad de género al evaluar obras literarias, algo que muchas escritoras no desearían, ya que prefieren que la calidad de su trabajo sea el único criterio.
Las críticas han oscurecido la valía del catálogo, que incluye a importantes autores de América Latina, como la poeta peruana Blanca Varela y tres escritoras mexicanas: Adela Fernández, Amparo Dávila y Guadalupe Dueñas. Sin embargo, la inclusión de Fabricio Mejía Madrid, un autor contemporáneo, ha sido vista como un privilegio que refleja una afinidad con el régimen actual.
Al final, los verdaderos ganadores de esta iniciativa son los lectores, quienes tendrán acceso a una amplia gama de obras literarias. Para futuros catálogos, se sugiere un enfoque más equilibrado, que podría incluir un mayor número de mujeres sin sacrificar la calidad literaria. La calidad debe ser la prioridad en un contexto que exige más visibilidad para las autoras.
































































