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Pelirrojos: ¿Son más sensibles al dolor que los demás?

Un estudio revela que los pelirrojos podrían tener un umbral de dolor diferente al resto de la población.

Los pelirrojos, que constituyen apenas el 2% de la población española y el 1.5% de la mundial, han capturado la atención de investigadores que se preguntan si su particularidad capilar va más allá de lo estético. Este grupo, que celebra el Día Mundial del Pelirrojo cada 7 de septiembre, no solo se distingue por su cabello rojizo, sino también por características que podrían influir en su percepción del dolor.

La controversia sobre el dolor y la genética

Un estudio de 2021 dirigido por el doctor David E. Fisher en el Hospital General de Massachusetts planteó una pregunta intrigante: ¿los pelirrojos sienten el dolor de manera diferente? Algunos investigadores sugieren que, al igual que perciben el frío y el calor de forma más intensa, podrían experimentar una sensibilidad distinta al dolor. Sin embargo, la evidencia es mixta y no hay consenso en la comunidad científica.

Según la doctora Karen Heath, vocal de la Asociación Española de Genética Humana, los pelirrojos presentan una mutación en el receptor de melanocortina 1 (MC1R), que regula la producción de melanina, el pigmento que da color a la piel y el cabello. Esta mutación podría influir en cómo perciben el dolor.

Investigaciones y hallazgos

El receptor MC1R afecta la producción de una proteína llamada POMC, que se divide en hormonas que afectan el equilibrio entre los receptores opioides que inhiben el dolor y aquellos que aumentan la sensibilidad. Según el estudio, en los pelirrojos, este equilibrio se inclina a favor de la inhibición del dolor, lo que sugiere que podrían tener un umbral de dolor más alto.

“Estos resultados describen la base mecánica que subyace a las pruebas anteriores sobre cómo varían los umbrales del dolor según la pigmentación”, explica Fisher. Sin embargo, Heath cuestiona cómo se define el umbral del dolor y la validez de las escalas utilizadas para medirlo. “¿Cómo sabemos que el 8 en la escala del 0 al 10 realmente representa lo que siente una persona?”, se plantea.

A pesar de estas discrepancias, la doctora Heath y otros investigadores coinciden en que estos estudios podrían abrir la puerta a nuevos tratamientos para el dolor, adaptados a las particularidades genéticas de cada individuo.

Así, el conocimiento sobre los pelirrojos va más allá de su apariencia; sus características genéticas podrían ofrecer una nueva perspectiva sobre el tratamiento del dolor, un tema que sigue siendo de gran interés tanto para la medicina como para la sociedad. La realidad es que la ciencia aún tiene mucho que descubrir sobre cómo la genética influye en nuestras experiencias y percepciones.

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