El reciente fallecimiento de Robert Redford a los 89 años se considera una pérdida significativa para la industria cinematográfica, ya que su legado abarca tres facetas clave: actor, director y defensor del cine independiente.
Como intérprete, Redford dejó tras de sí un impresionante repertorio de 87 películas. Su carrera comenzó con papeles junto a figuras como Jane Fonda en “Descalzos en el parque”, Barbra Streisand en “Nuestros años felices”, y Natalie Wood en “Intimidades de una adolescente”. Sin embargo, se destacó por negarse a ser encasillado como un simple galán.
Redford se reinventó como un aventurero en obras como “El valle del fugitivo”, “Carnaval de las águilas” y “La ley del silencio”, y se convirtió en el beisbolista icónico en “El mejor”. Junto a Paul Newman, formó una de las duplas más emblemáticas de Hollywood en “Butch Cassidy & The Sundance Kid” y “El golpe”. Su colaboración con Dustin Hoffman en “Todos los hombres del presidente” también fue muy aclamada.
Rechazando la comodidad de la actuación, Redford se aventuró detrás de la cámara con “Gente como uno”, donde sorprendió al ganar un Oscar por mejor director en su debut. A lo largo de su carrera, acumuló cuatro premios Oscar, aunque esta distinción se convirtió en un desafío para sus futuros proyectos como realizador.
A pesar de las dificultades para crear películas de calidad, Redford dirigió diez filmes que brindaron oportunidades a jóvenes talentos, incluyendo a Brad Pitt en “El río de la vida” y a Ralph Fiennes en “Quiz Show: El dilema”. Su compromiso con el cine independiente lo llevó a fundar Wildwood Enterprises, así como el conocido Festival de Cine de Sundance, que ha sido crucial para dar visibilidad a producciones menos convencionales.
La huella que deja Robert Redford en el mundo del cine es inmensa, y su ausencia se sentirá profundamente en Hollywood. Su contribución como actor, director y promotor del cine independiente lo convierte en una figura única, cuyo legado es difícil de igualar.