El 30 de septiembre de 2023, Milán se vistió de luto para despedir a Giorgio Armani, uno de los más grandes íconos de la moda italiana, cuyo legado perdurará en el tiempo. En un conmovedor funeral, miles de admiradores y colegas se reunieron en la vía Borgonuovo, donde el creador de tendencias dejó su huella imborrable.
Un mar de flores blancas y respeto
Al llegar al lugar, la escena era impactante: alrededor de 500 personas formaban una fila en silencio, algunas con ramos de flores blancas, las favoritas de Armani. La espera para entrar al complejo fue de aproximadamente 30 minutos, pero la solemnidad del momento hacía que cada segundo valiera la pena. Al cruzar la entrada, un pasillo largo conducía al teatro donde se encontraba el féretro, rodeado de un ambiente cargado de emoción.
Varias jóvenes vestidas de negro recibían los ramos de flores, mientras otros asistentes dejaban mensajes de despedida en libros hermosos dispuestos para tal fin. Las dos filas de acceso al auditorio separaban al público general de empleados y celebridades que habían desfilado en las pasarelas de Armani.
Un tributo minimalista y significativo
Al entrar al auditorio, la penumbra solo era interrumpida por lámparas de papel y una gran fotografía de Armani despidiéndose con la mano en alto, acompañada de la frase: “La huella que espero dejar es la del compromiso, el respeto y el cuidado genuino por las personas y por la realidad”. La única luz que iluminaba el recinto era sobre la sencilla caja de madera que contenía su cuerpo, adornada únicamente con un ramo de rosas blancas.
En un rincón, un pequeño Cristo de mármol de 25 centímetros simbolizaba su fe, un aspecto que, aunque nunca fue manifestado públicamente, era conocido por quienes lo rodeaban. La guardia de honor, vestida con un uniforme medieval, y la presencia de su familia, incluidos sus hermanos y su pareja de toda la vida, añadían un toque de solemnidad al evento.
El respeto era palpable, no solo en el auditorio, sino también en la calle, donde el canto de los pájaros se escuchaba en medio del silencio reverente. Muchos asistentes hacían la señal de la cruz o tocaban el ataúd, mientras una suave música de fondo acompañaba el emotivo momento.
Al salir por la calle trasera del Teatro Armani, donde tantas colecciones habían sido presentadas, los guardias de seguridad agradecían a cada asistente por haber rendido homenaje en nombre de la familia Armani. La experiencia fue, sin duda, un reflejo del estilo de vida que Armani promovió: elegante, minimalista y profundamente humano.
Así, la despedida a Giorgio Armani no solo fue un adiós a un gran diseñador, sino un tributo a un hombre que dejó una marca indeleble en el mundo de la moda y que será recordado por su compromiso hacia los demás.
