La tensión política en España se intensifica tras las polémicas declaraciones de Miguel Tellado, número dos del Partido Popular (PP), quien insinuó que su partido podría “cavar la fosa” donde reposarían “los restos de un Gobierno que nunca debió haber existido”. Esta afirmación provocó la inmediata respuesta de la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien la calificó de “intolerable” y exigió su dimisión.
Reacciones de la coalición de Gobierno
Díaz utilizó la red social Bluesky para expresar su indignación, recordando que “cientos de miles de españoles y españolas siguen en fosas comunes”, víctimas de una violencia histórica. En su mensaje, subrayó que “este puede ser el último curso político” del Gobierno de Pedro Sánchez, enfatizando que las palabras de Tellado son un insulto a la memoria de quienes sufrieron durante el franquismo.
El ministro de Consumo, Pablo Bustinduy, también se unió a las críticas, recordando que hace 89 años, la “derecha golpista asesinó impunemente a cientos de miles de nuestros compatriotas”. Bustinduy pidió a la sociedad no olvidar el pasado y condenar tales “juegos de palabras” en un contexto que debería ser de respeto y memoria.
La deriva del PP y sus implicaciones
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, expresó que la “alarmante deriva ultra del PP” ha dado un paso más al incitar al odio y a la violencia, afirmando que quien se expresa de esa manera no debería ser portavoz en el Congreso. “El PP debe rectificar y Tellado presentar su dimisión inmediata”, concluyó Urtasun, dejando claro que tales declaraciones no tienen cabida en una democracia.
Por su parte, la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, ironizó sobre la falta de criterio de Tellado, afirmando que “no es el lápiz más afilado del estuche”, pero criticó que eligiera una metáfora tan desafortunada como la de las fosas, una referencia que, según ella, “le llevan en el ADN”.
Las palabras de Tellado han encendido un debate en torno a la polarización política en España, donde la lucha entre la derecha y la izquierda se torna cada vez más intensa. La realidad es que este tipo de retórica no solo afecta a la política, sino que resuena profundamente en la memoria colectiva de un país que aún lidia con las secuelas de su historia reciente.
