La realidad laboral en Perú es alarmante: según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el desempleo femenino alcanza el 7.5%, cifra que casi duplica el 3.9% registrado para los hombres, evidenciando una desigualdad que persiste en el tiempo. Este desbalance se hace aún más evidente en las ciudades, donde la tasa de desempleo entre mujeres trepa al 8.1%, mientras que los hombres se quedan en 4.3%.
Desafíos para las mujeres con educación superior
Un dato inquietante del informe del EPEN 2025 es que el nivel educativo no asegura mejores oportunidades laborales para las mujeres. Las profesionales universitarias enfrentan tasas de desempleo de hasta 9.2% en Lima Metropolitana, superando el 5.6% de sus pares hombres. Esto pone de manifiesto que, a pesar de los avances en la educación, las mujeres siguen enfrentando barreras estructurales como la discriminación de género y la falta de políticas de conciliación laboral y familiar.
Además, solo el 65% de las mujeres en edad de trabajar están activamente buscando empleo, en comparación con el 79% de los hombres. Esto revela que, aunque muchas mujeres están en condiciones de trabajar, a menudo se ven forzadas a dedicarse a labores no remuneradas en sus hogares.
Una brecha que persiste
Las cifras del INEI demuestran que la desigualdad de género en el mercado laboral no es un fenómeno nuevo; desde inicios de 2023, la tasa de desempleo femenino ha permanecido entre dos y tres puntos porcentuales por encima de la masculina, sin señales de mejora. Esta situación no solo limita las oportunidades de crecimiento profesional, sino que también destaca la falta de acceso a empleos adecuados, donde solo el 40.6% de las mujeres logran acceder a empleos dignos, en comparación con el 60.5%% de los hombres. Asimismo, el 53% de las mujeres ocupadas se encuentra en situación de subempleo.
En el segmento de las mujeres jóvenes, de 14 a 24 años, el panorama es aún más desolador: la tasa de desempleo se eleva al 14.3%, lo que significa que una de cada siete jóvenes que busca trabajo no lo encuentra. Esta generación enfrenta el reto de la sobreeducación, siendo común que acepten puestos que no corresponden a su nivel académico, lo que se traduce en ingresos reducidos y precariedad laboral.
La situación en Perú revela que, a pesar de los esfuerzos por cerrar las brechas de género, la lucha por la igualdad en el acceso al empleo sigue siendo un desafío que exige atención urgente y políticas efectivas.
