La guerra interna en el Cártel de Sinaloa, conocida como el Tercer Culiacanazo, ha desatado una serie de enfrentamientos violentos que comenzaron el 9 de septiembre de 2024 y se han extendido a varias regiones del país, incluyendo Sinaloa, Baja California, Sonora, Durango, Zacatecas y Chihuahua. Este conflicto, uno de los más disruptivos en la historia reciente del narcotráfico en México, se centra en la lucha por el control del cártel entre dos facciones principales: Los Chapitos, liderados por Ovidio Guzmán López, e La Mayiza, encabezada por los hijos de Ismael “El Mayo” Zambada García.
Orígenes del conflicto y escalada de la violencia
El estallido de esta violencia tiene raíces que se remontan a 2016, cuando la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán fracturó al cártel en diversas facciones. La situación se complicó en 2019 con la detención fallida de Ovidio Guzmán, un evento que mostró el poder de fuego del cártel y su capacidad para desafiar al Estado mexicano. En 2024, la captura de Ismael “El Mayo” Zambada García por parte de la facción rival provocó un aumento significativo de la violencia, con enfrentamientos en Baja California y Sonora.
El 9 de septiembre de 2024, se registraron violentos enfrentamientos en Culiacán, La Campiña y Costa Rica. Las autoridades respondieron con un despliegue extraordinario de fuerzas federales y estatales, mientras que los ciudadanos debieron enfrentar bloqueos y el temor constante de la violencia. Esto resultó en la suspensión de clases y el saqueo de comercios, reflejando el impacto inmediato en la vida diaria de la población.
Repercusiones sociales y económicas
Entre septiembre y octubre de 2024, la violencia dejó un saldo escalofriante de más de 3,000 homicidios, al menos 29 desaparecidos y decenas de elementos de seguridad asesinados, según estimaciones de medios y fuentes estatales. La reacción de las autoridades, tanto del gobierno estatal de Rubén Rocha Moya como del federal de Andrés Manuel López Obrador, ha sido de llamados a la calma y operativos coordinados con el Ejército Mexicano y la Guardia Nacional, aunque muchos critican la aparente falta de garantías reales para la población.
La crisis ha afectado profundamente las actividades culturales y educativas en la región. Festividades patrias fueron canceladas y la Universidad Autónoma de Sinaloa y el Tecnológico Nacional de México suspendieron sus actividades, evidenciando el impacto del conflicto en la vida cotidiana de los sinaloenses.
Las represalias entre los grupos en conflicto han generado un ambiente de terror, manifestado en narcomantas y ataques a medios de comunicación. La guerra interna del Cártel de Sinaloa continúa, dejando una estela de muerte y desesperación en un estado que clama por seguridad y respuestas efectivas por parte de las autoridades. Mientras tanto, la población sufre las consecuencias de un conflicto que parece no tener fin.
