En Huánuco, la tragedia se ha apoderado de la comunidad tras el hallazgo del cuerpo sin vida de Liz Fiorela Collantes Llanos, una joven de 19 años que desapareció el 6 de septiembre de 2025. Liz salió de su casa en el distrito de Yanajanca, acompañada de su pareja, Juan Carlos, rumbo a la discoteca Oasis. Desde ese momento, su madre, Nélida Llanos, comenzó una desesperada búsqueda que culminó en un trágico desenlace.
La inacción de la policía y la búsqueda comunitaria
Durante dos días, Nélida acudió a la comisaría de Yanajanca para reportar la desaparición de su hija, pero en lugar de recibir apoyo, los agentes le dijeron que probablemente Liz estaba con su novio y pronto regresaría a casa. Esta negligencia provocó un retraso fatal en las labores de búsqueda, crucial en este tipo de casos.
Ante la falta de respuesta, los ronderos campesinos se organizaron para iniciar su propia búsqueda. Fue así como, siguiendo huellas en un terreno de cultivo en el caserío Nuevo Jaén, hallaron el cuerpo de Liz, que presentaba signos de descomposición y había estado desaparecida durante aproximadamente 72 horas. El médico legista confirmó la trágica noticia.
La inacción de la Policía Nacional del Perú (PNP) se hizo evidente, pues los ronderos realizaron un trabajo que debió ser llevado a cabo por las autoridades. Mientras tanto, la policía solo realizó operativos básicos sin resultados significativos.
Protestas y exigencias de justicia
El hallazgo del cuerpo de Liz generó una ola de indignación en la comunidad de Yanajanca. Familiares, amigos y vecinos se congregaron frente a la comisaría, exigiendo respuestas sobre la falta de acción policial. Con pancartas y gritos de protesta, denunciaron la inoperancia de los agentes y señalaron que el principal sospechoso del crimen, el exnovio de Liz, Yerico Tarazona Vásquez, sigue prófugo.
“La policía debe actuar sin prejuicios en casos de desaparición”, exigió la Defensoría del Pueblo en un comunicado.
La Defensoría también solicitó la apertura de una investigación contra los agentes de la comisaría de Yanajanca por su inacción. Según la entidad, es obligación de la policía recibir denuncias y activar inmediatamente las labores de búsqueda. La comunidad ahora demanda justicia y sanciones ejemplares tanto para el presunto responsable del crimen como para los efectivos que fallaron en su deber.
La historia de Liz Fiorela no es solo un caso más de violencia; es un claro reflejo de las fallas en el sistema de seguridad que debe proteger a los ciudadanos. Mientras la familia sigue en busca de justicia, el clamor de la comunidad se hace eco en las calles de Huánuco, recordando que cada vida perdida es un dolor compartido y una batalla por el cambio.
