Este lunes 25 de agosto de 2024, Ismael “Mayo” Zambada se presentará ante el juez Brian Cogan en una corte federal de Nueva York para declararse culpable, un hecho que marca un hito en su carrera criminal y en la historia del Cártel de Sinaloa. Con esta decisión, Zambada, de 77 años, busca evitar un juicio que podría haberlo llevado a una condena ejemplar, similar a la de su compadre Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien cumple cadena perpetua en la prisión máxima ADX Florence.
La traición como estrategia de supervivencia
La decisión de Zambada resalta una tendencia familiar: la ruptura del omertà, el código de silencio que ha regido la vida del narcotráfico. A lo largo de los años, la familia Zambada ha optado por negociar con las autoridades estadounidenses, un camino que comenzó con el arresto de Vicente Zambada Niebla, alias El Vicentillo, hace 15 años. Desde entonces, varios miembros de la familia han colaborado con la justicia, transformando la traición en una forma de supervivencia.
Ismael Zambada García, quien fundó uno de los cárteles más poderosos de México junto a “El Chapo”, logró evadir la justicia durante más de cuatro décadas gracias a una red de corrupción y protección. Sin embargo, su captura el 25 de julio de 2024, tras cruzar a Estados Unidos, marcó el fin de su clandestinidad. En una carta escrita por él, Zambada sostiene que fue víctima de una emboscada, supuestamente entregado por el hijo de su antiguo socio a cambio de beneficios para la familia Guzmán.
Las implicaciones de un pacto judicial
Con su declaración de culpabilidad, Zambada enfrenta 24 cargos criminales, incluidos asesinato y tráfico de drogas, enfocado en el fentanilo, que ha resultado en cifras récord de sobredosis en Estados Unidos. El cambio de declaración se produce tras la decisión del Departamento de Justicia estadounidense de no solicitar la pena de muerte, lo que ha abierto la puerta a un pacto judicial significativo. Expertos sugieren que su colaboración podría integrarlo al programa de testigos protegidos, con repercusiones tanto en México como en Estados Unidos.
La familia Zambada ha visto cómo la traición ha redefinido su estructura. Jesús Vicente “El Vicentillo” Zambada Niebla, quien fue considerado el heredero del imperio familiar, cambió de rumbo tras su arresto en 2009, convirtiéndose en un testigo clave que ayudó a desmantelar a otros líderes del narcotráfico, incluido “El Chapo”. Su testimonio durante el “juicio del siglo” expuso la red de corrupción que facilitó las operaciones del cártel.
En contraste, Ismael “Mayito Gordo” Zambada Imperial, el hijo menor de “Mayo”, fue condenado a nueve años tras aceptar su culpabilidad en 2021, y se encuentra actualmente en libertad, pero no puede regresar a México por el acuerdo alcanzado con las autoridades.
Por su parte, Serafín Zambada Ortiz, otro de los hijos, optó por la colaboración tras enfrentar cargos de tráfico de drogas, siendo sentenciado a cinco años en 2014, y actualmente vive en Estados Unidos bajo protección.
Jesús Reynaldo “El Rey” Zambada García, hermano de “Mayo”, se convirtió en testigo protegido tras su captura y extradición, y ahora reside en EE. UU. con una nueva identidad, dedicándose a la composición de canciones regionales.
Este cambio en la dinámica familiar refleja el impacto de las presiones judiciales y las oportunidades que ofrece la colaboración con las autoridades. La estructura del Cártel de Sinaloa se encuentra hoy fragmentada, con los hijos de Joaquín Guzmán enfrentando a la rama “mayista” liderada por Ismael Zambada Sicairos, conocido como “El Mayito Flaco”.
El proceso judicial de Ismael Zambada García no solo representa el fin de una era, sino que también pone a prueba los últimos vestigios de un código criminal que ha sido quebrado desde dentro por sus propios fundadores.
