Mary Coroneos, una mujer de 100 años, ha demostrado que la longevidad puede ir acompañada de una vida plena y activa. Desde su hogar en Norwalk, Connecticut, comparte su receta para una vida saludable que incluye ejercicios, buena alimentación y, por supuesto, un toque de placer.
Una rutina admirable
Cumplió años en junio y, a pesar de su edad, Mary tiene una rutina diaria que haría sonrojar a personas mucho más jóvenes. Por lo general, su día inicia con la lectura de dos periódicos, seguida de una visita al gimnasio, donde trabaja con mancuernas y bandas elásticas. Al mediodía, suele pasear por la playa y disfrutar del aire libre.
Según un artículo de Business Insider, Mary ha mantenido esta activa vida durante décadas. Ella misma atribuye su bienestar a mantenerse en movimiento y disfrutar de los pequeños placeres de la vida con moderación. “Sigue moviéndote, pisa con cuidado y mira hacia dónde vas”, aconseja con la sabiduría que solo el tiempo puede otorgar.
Un pasado lleno de actividad
Nacida y criada en un pueblo minero del oeste de Pensilvania, la infancia de Mary estuvo marcada por la actividad física. Junto a sus cuatro hermanos, pasaba horas explorando los bosques y jugando. Ayudaba en casa, transformando las tareas domésticas en competiciones. “Siempre estábamos haciendo cosas, caminando por el bosque”, recuerda con cariño.
Desde joven, destacó tanto en lo deportivo como en lo académico. Fue atleta en la preparatoria, jugando al baloncesto y al voleibol, y se graduó de la universidad a los 21 años. Más tarde, obtuvo una maestría en educación en la Universidad de Temple. Su carrera docente se extendió por décadas, trabajando como maestra hasta los 70 años, y como sustituta hasta bien entrados los 90 años.
Una perspectiva única sobre la longevidad
Su hija, Athena Coroneos, de 65 años, considera que la longevidad de su madre no es solo genética. “Su pasión por enseñar y su competitividad natural han sido claves en su envejecimiento saludable”, explica. Para Athena, la curiosidad por la vida es fundamental para mantener una perspectiva juvenil.
Mary continúa asistiendo al gimnasio con regularidad. Ella realiza ejercicios que incluyen empujar un trineo con peso y utiliza bicicletas estáticas reclinadas. Lo sorprendente es que, tras sufrir una caída este verano que resultó en la fractura de dos huesos en su brazo, regresó al gimnasio en apenas tres semanas. “Cuando no me caigo, estoy bien”, bromea.
Alimentación y socialización
Su dieta es equilibrada: desayuna huevos con mantequilla y té con miel, almuerza sopa de pollo y verduras, y cena lo que su hija prepara. Aunque disfruta de los flotadores de cerveza de raíz con helado, se permite esos caprichos con moderación y asegura: “No como demasiado y no bebo alcohol”.
Mary también mantiene su mente activa leyendo las noticias y aprendiendo constantemente. La familia ha viajado a Europa, lo que ha ampliado su perspectiva vital y fomentado su flexibilidad mental. “Si tienes curiosidad por la vida y el aprendizaje, te vuelves menos rígido”, reflexiona Athena.
Además, el gimnasio no es solo un lugar para ejercitarse, sino también una oportunidad para socializar y, como dice Athena entre risas, “coquetear un poco”. A pesar de sus 100 años, Mary no se deja cegar por su edad. “Es una coqueta conocida”, asegura su hija.
La fe también juega un papel importante en su vida. “Recuerdo que el hombre de arriba está al mando, y entonces me comporto mejor”, comenta Mary con humor. A través de los años, ha cultivado lazos profundos con muchos de sus antiguos estudiantes, quienes asistieron a su celebración de cumpleaños desde distintos lugares del mundo.
Athena resume la filosofía de vida de su madre de manera clara: “La longevidad es algo que viene de familia, pero nunca se debe dar por sentada. Ampliar tu perspectiva a través de la amistad y el aprendizaje te permite disfrutar de la vida y encontrar un propósito para seguir adelante. Y nunca es tarde para perseguirlo”.
