El 12 de septiembre de 1847, en medio de la Intervención Estadounidense, un grupo de jóvenes cadetes defendió con valentía el Castillo de Chapultepec ante las tropas invasoras. Su sacrificio se ha convertido en un símbolo de heroísmo en México, pero ¿qué tanto hay de verdad y mito en esta historia?
El trasfondo de este conflicto se remonta a 1776, cuando las Trece Colonias proclamaron su independencia del Reino Unido, dando origen a los Estados Unidos de América. Desde entonces, el nuevo país mostró un claro interés expansionista, adquiriendo territorios como Florida y Luisiana, pero su ambición no se detuvo allí. Las propuestas de compra por parte de Estados Unidos a México fueron numerosas, pero todas fueron rechazadas, lo que intensificó las tensiones.
La llegada de la guerra
En 1836, Texas se separó de México con el apoyo estadounidense, un episodio que presagiaba la guerra que estallaría una década después. El 13 de mayo de 1846, Estados Unidos declaró la guerra a México, y en respuesta, el país también tomó medidas bélicas. Las fuerzas estadounidenses, bajo el mando del general Zachary Taylor, avanzaron rápidamente, tomando territorios clave.
El 9 de marzo de 1847, el general Winfield Scott inició su ofensiva en Veracruz, donde una flota de 70 barcos bombardearía el puerto. A pesar de la valiente resistencia del ejército mexicano, las tropas estadounidenses continuaron su avance y, el 20 de agosto de 1847, lograron una victoria en la Batalla de Churubusco.
Defensores del Castillo
El Castillo de Chapultepec era entonces la sede del Colegio Militar, con 832 cadetes listos para defenderlo. Sin embargo, el director del colegio prohibió a los cadetes salir a combatir, pero un grupo de ellos desobedeció y decidió unirse a la lucha. Fue así como surgió la leyenda de los Niños Héroes.
Entre ellos se encontraban Juan de la Barrera, que a sus 19 años ya era subteniente, Fernando Montes de Oca, que falleció a los 18 años, y Vicente Suárez, quien a los 14 años se unió a la defensa. También lucharon Francisco Márquez, que murió a los 12 años, y Juan Escutia y Agustín Melgar, cuyas hazañas se han convertido en leyenda. Es importante mencionar que, aunque los cadetes no eran “niños” en el sentido moderno, su valentía fue indiscutible.
La historia de Juan Escutia es la más debatida. Se dice que en un acto de heroísmo, enarboló la bandera y se lanzó al vacío. Sin embargo, este aspecto ha sido objeto de crítica y se considera más un mito que un hecho comprobado. Lo que sí es cierto es que los cadetes lucharon hasta el final, y su sacrificio queda grabado en la memoria colectiva de México.
El hecho de que México perdiera la mitad de su territorio en este conflicto resalta la importancia de estos eventos en la historia nacional. La valentía de los Niños Héroes sigue siendo un símbolo de resistencia y patriotismo que inspira a las generaciones actuales.
En conclusión, la historia de los Niños Héroes de Chapultepec es un amalgama de valor, sacrificio y, como en toda leyenda, elementos míticos. Pero no cabe duda de que su memoria perdura y sigue siendo un recordatorio del espíritu indomable de México.