El primer ministro canadiense, Mark Carney, afirmó que el presidente ruso, Vladimir Putin, es “la causa” de la guerra en Ucrania y anunció un nuevo paquete de sanciones internacionales contra Rusia, con el objetivo de aumentar la presión sobre el Kremlin y buscar un cese de hostilidades en el conflicto. En una conferencia de prensa, Carney dejó claro que su país y sus aliados están decididos a actuar: “No va a dictar los términos de la paz”.
Preparativos de sanciones y apoyo a Ucrania
Este anuncio se produce en un contexto donde los aliados de Ucrania han comenzado a trabajar en una estrategia coordinada para reforzar la presión económica sobre Moscú y apoyar los reclamos de soberanía de Ucrania. “Los aliados ya están preparando otro paquete de sanciones, y las restricciones existentes ya están teniendo un impacto y deberían continuar”, destacó el primer ministro canadiense. Durante su reciente visita a Kiev, Carney discutió con el presidente Volodímir Zelensky las garantías de seguridad que Ucrania busca consolidar con el respaldo de sus socios occidentales.
La urgencia de frenar la ofensiva rusa fue un tema central, con Carney enfatizando: “Necesitamos un alto el fuego, es necesario para detener la matanza”. Este enfoque resuena entre los líderes occidentales, quienes están cada vez más conscientes del costo humano del conflicto y la necesidad de actuar con firmeza.
La Unión Europea y la dependencia energética
En paralelo, la Unión Europea ratificó su decisión de eliminar gradualmente las importaciones de petróleo ruso para 2028, según el comisario energético del bloque, Dan Jorgensen. A pesar de las presiones internas y externas, la determinación europea se mantiene firme. Jorgensen subrayó la importancia de evitar que los recursos energéticos europeos financien la maquinaria bélica rusa, un punto crucial para la seguridad del bloque.
Los ingresos por exportaciones energéticas siguen siendo un pilar clave para la economía de Rusia, y Europa planea reducir su compra de gas ruso a un 13% de su demanda total este año, un descenso significativo desde el 45% previo a la invasión en 2022. Sin embargo, países como Hungría y Eslovaquia continúan importando crudo ruso a través del oleoducto Druzhba, lo que representa aproximadamente un 3% de la demanda total del bloque, según datos de Reuters.
La situación es compleja, y las preocupaciones por el aumento de precios y el riesgo de desabastecimiento energético justifican la resistencia de algunos países a descontinuar las importaciones. Jorgensen comentó que existen conversaciones directas para abordar estas inquietudes, aunque el proceso de salida no depende únicamente de su apoyo.
Con un panorama tan incierto, la comunidad internacional sigue atenta a los movimientos en Europa y la respuesta de Moscú ante las sanciones. La guerra en Ucrania no solo ha reconfigurado la política de seguridad en Europa, sino que también ha puesto en evidencia la dependencia energética del continente, revelando la necesidad de una transformación profunda en sus fuentes de energía.