El 1 de septiembre de 2025, Tarata conmemora un siglo desde su reincorporación a Perú, un hecho histórico que debería ser motivo de celebración, pero la realidad es que muchos de sus habitantes sienten un profundo abandono por parte del Gobierno. En la ceremonia central, el secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores, Eric Anderson, resaltó la “fortaleza de un pueblo y la perseverancia de la diplomacia”, sin embargo, para los tarateños, estas palabras se ven opacadas por la falta de acciones concretas.
Un acto de identidad y resistencia
La reincorporación de Tarata no solo es un hito diplomático, sino un momento de identidad que resuena en la memoria colectiva de sus habitantes. Anderson entregó copias facsimilares del Acta de Retorno y del Laudo Coolidge a la Municipalidad Provincial de Tarata, documentos que simbolizan la lucha y la resistencia de un pueblo que defendió su territorio por más de cuatro décadas ante la ocupación chilena.
Sin embargo, esta conmemoración se convierte en un recordatorio de las promesas incumplidas. La profesora María Isabel Franco Cáceres, descendiente de los mártires de Tarata, criticó que mientras se celebran estos hitos, las promesas de mejoras para la provincia siguen siendo solo palabras vacías. “Hoy, cuando deberíamos estar celebrando, solo tenemos promesas y discursos vacíos”, expresó con frustración.
Demandas urgentes de la comunidad
Entre los reclamos de los tarateños destacan la necesidad de agua y desagüe, la construcción de represas para agricultores, un hospital local, y la creación de una filial de la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann. Estas necesidades básicas siguen sin resolverse, dejando a la población con la sensación de ser olvidada por las autoridades centrales.
La falta de infraestructura y servicios esenciales limita el desarrollo de la región, y la comunidad demanda acciones concretas que transformen sus condiciones de vida. “Las ceremonias y discursos son insuficientes si no se traducen en obras tangibles”, enfatizó Franco Cáceres, dejando en claro que la memoria histórica debe ir acompañada de un compromiso real por parte del Gobierno.
El exjefe del Archivo General de la Nación, Ricardo Moreau, recordó que Tarata estuvo bajo ocupación chilena durante 42 años, un periodo donde la población mantuvo su identidad a pesar de las adversidades. La resistencia, especialmente de las mujeres tarateñas, fue crucial para preservar la cultura y las tradiciones peruanas.
Como se acerca el centenario de la reincorporación de Tacna en 2029, el recuerdo de Tarata invita a reflexionar sobre la importancia de la unidad nacional y la necesidad de reconocer el sacrificio de quienes lucharon por su tierra. Celebrar este retorno no es solo un acto simbólico; es un llamado a que las promesas del presente se materialicen en beneficios reales para sus habitantes.
