La noche del viernes, el presidente de Nepal disolvió el parlamento del país tras una ola de protestas lideradas por el movimiento juvenil conocido como Generación Z, que resultaron en la caída del gobierno de K.P. Sharma Oli. Esta decisión, anunciada oficialmente, convoca a los ciudadanos a participar en elecciones programadas para el próximo 5 de marzo de 2026.
Nuevo gobierno interino y controversias legales
Desde ayer, el gobierno interino está bajo el mando de la expresidenta del Tribunal Supremo, Sushila Karki, quien tiene la tarea de conformar su gabinete. Se especula que algunos miembros del movimiento Generación Z podrían ser incluidos, dado su papel central en las recientes manifestaciones que sacudieron el país. Sin embargo, el Colegio de Abogados de Nepal ha denunciado que la disolución del parlamento es inconstitucional, argumentando que el presidente carece de autoridad para tomar tal medida.
En un comunicado, el colegio de abogados advirtió que esta decisión es “arbitraria e inconstitucional”, y amenaza con desdibujar los logros democráticos alcanzados en Nepal. Según ellos, “la acción del viernes por la noche tiene como objetivo socavar gravemente la larga y difícil lucha del pueblo nepali por la democracia”.
Protestas y violencia en el país
Esta semana, Nepal vivió momentos de intensa agitación social, con protestas contra la corrupción que se intensificaron tras el veto a las redes sociales impuesto el 4 de septiembre de 2023. Este veto fue percibido por los jóvenes como una restricción a su libertad de expresión, lo que desató disturbios que dejaron al menos 51 personas muertas, marcando los episodios más sangrientos desde la Guerra Civil (1996-2006) y la abolición de la monarquía en 2008.
A pesar de que las restricciones de movilidad y los toques de queda han sido levantados en Kathmandu, algunas áreas del país aún enfrentan limitaciones. El presidente de la Federación Nacional de Empresarios de Transporte de Nepal, Bijay Sawar, anunció que los servicios de autobús y microbús se reanudarán el domingo, facilitando así la movilidad dentro del país.
Desde la caída de la monarquía en 2008, Nepal ha lidiado con una inestabilidad política y económica persistente. Cada año, cerca de un millón de personas, incluidos estudiantes, abandonan el país en busca de mejores oportunidades laborales en el extranjero, y las remesas que envían se han convertido en un sustento vital para casi 30 millones de habitantes.
El futuro político de Nepal está en la cuerda floja, y las próximas elecciones serán un momento crucial para determinar el rumbo del país en medio de un ambiente de creciente descontento social.
