Entre el 26 y el 30 de octubre, un contingente del Cuerpo de Marines de EE.UU. y la Fuerza de Defensa de Trinidad y Tobago llevarán a cabo ejercicios militares conjuntos en el Caribe. Esta actividad se realiza en un contexto de creciente tensión entre Washington y Caracas, exacerbada por el despliegue militar estadounidense en la región, presentado como parte de la lucha contra el narcotráfico.
Durante este periodo, el destructor USS Gravely estará atracado en Puerto España, según informó la Cancillería trinitense. El comunicado resalta que la presencia de las fuerzas militares estadounidenses en Trinidad y Tobago subraya el compromiso de Estados Unidos con la seguridad regional y la cooperación en el Caribe.
Los ejercicios fortalecerán la colaboración militar entre ambas naciones, enfocándose en el intercambio de conocimientos sobre tácticas básicas de infantería, mantenimiento y capacidades médicas avanzadas.
Desde agosto, EE.UU. ha desplegado en la región buques de guerra, un submarino, aviones de combate y tropas, justificando sus acciones con la supuesta intención de combatir el narcotráfico. Hasta la fecha, se han realizado nueve bombardeos a embarcaciones sospechosas de tráfico de drogas en el mar Caribe y el océano Pacífico, resultando en al menos 37 muertes.
Organizaciones de derechos humanos han cuestionado la legalidad de estos ataques, argumentando que constituyen “ejecuciones extrajudiciales” al no haber interacciones previas con los sospechosos.
La primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar, ha apoyado las operaciones estadounidenses en la región. En septiembre pasado, elogió un ataque contra un supuesto narcobarco que dejó 11 muertos, afirmando que todos los traficantes deberían ser eliminados “violentamente”.
El ministro del Interior, Justicia y Paz de Venezuela, Diosdado Cabello, criticó a Persad-Bissessar, señalando que ella tenía “mucha responsabilidad” en esta agresión. Mientras tanto, la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, acusó al gobierno de Trinidad de ser un “vasallo” de Washington y de colaborar en planes de agresión contra Caracas.
Por su parte, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, sostiene que su nación es víctima de “una guerra multiforme” orquestada por EE.UU., con el objetivo de establecer un “gobierno títere” y apoderarse de los recursos naturales del país. Esta postura también fue apoyada por el representante permanente de Rusia ante las Naciones Unidas, Vasili Nebenzia, quien afirmó en una reunión del Consejo de Seguridad que las acciones de EE.UU. en el Caribe no son ejercicios militares ordinarios, sino una “campaña descarada de presión política, militar y psicológica” contra un estado soberano.
