Una hora después de dar a luz, Ivana Bronlund, una joven groenlandesa de 18 años, fue despojada de su bebé por el gobierno danés, un hecho que ha desatado un fuerte debate sobre los derechos de las madres y las políticas de bienestar infantil en Dinamarca. Bronlund, quien reside en Hedehusene, no solo ha perdido a su hija, sino que enfrenta un complejo proceso judicial que pone en tela de juicio su capacidad como madre.
El conflicto entre Groenlandia y Dinamarca
El caso de Ivana ha reavivado las tensiones históricas entre Groenlandia y Dinamarca, donde se alega que las autoridades danesas aplican criterios discriminatorios en la evaluación de las madres groenlandesas. Según un estudio, los niños groenlandeses nacidos en Dinamarca tienen cinco veces más probabilidades de ser separados de sus padres que otros menores del país. Esto ha llevado a activistas y organizaciones a cuestionar la legitimidad de estas prácticas, que consideran una intromisión injusta en la vida familiar.
Bronlund, quien proviene de un hogar con antecedentes de abuso, fue sometida a una exhaustiva evaluación de competencia parental. Aunque el Parlamento danés había aprobado cambios en la evaluación de paternidad para las familias groenlandesas, su caso no fue considerado bajo estas nuevas normativas, lo que las autoridades han calificado como un “error”. La ministra danesa de Asuntos Sociales, Sophie Hæstorp Andersen, ha reconocido que se cometió un grave error en el proceso.
La lucha de Ivana por su hija
Desde la separación, Bronlund ha continuado extrayendo leche materna, una tarea que realiza con la esperanza de poder alimentar a su hija, a quien ha nombrado Aviaja-Luuna. Cada dos semanas, se le permite una visita de dos horas con su bebé, un momento que describe como “la mejor hora de mi vida”. Durante estas visitas, Ivana le susurra a su hija que la ama y que luchará por ella a toda costa.
El sufrimiento de Ivana resuena con muchas mujeres en Groenlandia, quienes han experimentado la opresión de las políticas danesas. Activistas como Najannguaq Hegelund, vicepresidenta de Sila 360, han señalado que el caso de Bronlund es un claro ejemplo de los estereotipos que perpetúan la idea de que las madres groenlandesas son incapaces de cuidar de sus hijos. Esto, argumentan, es una manifestación del legado colonial que aún persiste en la sociedad danesa.
La situación ha generado un movimiento de apoyo, con protestas que buscan visibilizar la injusticia que enfrenta Bronlund. La comunidad ha exigido cambios en el sistema y un trato justo para todas las madres, independientemente de su origen. La historia de Ivana no es solo un caso aislado; es un reflejo de una lucha más amplia por la dignidad y los derechos de las mujeres en Groenlandia.
Con una audiencia de apelación programada para el martes, el futuro de Ivana y su bebé aún está en la balanza. La presión sobre las autoridades danesas aumenta, mientras el mundo observa cómo se desenvuelven estos acontecimientos que podrían cambiar el rumbo de la relación entre Groenlandia y Dinamarca. La lucha de Ivana es un recordatorio de que detrás de cada política y decisión gubernamental, hay vidas humanas y sueños que merecen ser defendidos.