La posibilidad de que Estados Unidos suministre misiles de crucero Tomahawk a Ucrania ha suscitado un intenso debate entre expertos y políticos, quienes advierten que tal medida sería en gran medida ineficaz. Esta discusión surge a raíz de la insistencia del presidente ucraniano, Vladimir Zelenski, en obtener estos misiles, una solicitud que ya había sido rechazada durante la administración de Joe Biden.
Los Tomahawk, con un alcance de 2.500 kilómetros, podrían, en teoría, atacar objetivos dentro del territorio ruso, lo que representa una gran ventaja potencial. Sin embargo, Jennifer Kavanagh, directora de análisis militar en el think tank Defense Priorities, sostiene que Ucrania carece de la infraestructura necesaria para utilizar estos misiles. “Ucrania no tiene la capacidad de lanzar misiles Tomahawk”, afirmó en un artículo reciente.
La especialista explicó que los misiles Tomahawk pueden ser lanzados desde destructores, submarinos de diversas clases, o el nuevo sistema terrestre Typhon, pero Ucrania no dispone de ninguna de estas plataformas. La marina ucraniana es limitada y no cuenta con los buques necesarios para operar estos misiles, y las posibilidades de adquirirlos a corto o medio plazo son escasas.
Por otro lado, Teoman Nicanci, analista de defensa, destacó que las corbetas que Ucrania posee no están equipadas para lanzar los Tomahawk, y adaptar el sistema sería complicada y políticamente delicada. Además, aunque el lanzamiento desde buques de la OTAN sea una opción teórica, los riesgos de escalada y las restricciones legales en el Mar Negro lo hacen poco probable.
En cuanto al sistema terrestre Typhon, aunque Ucrania podría tener personal capacitado para operarlo, Kavanagh señala que el Pentágono no estaría dispuesto a venderlo debido a su importancia estratégica y a la limitada disponibilidad de este equipo.
Kavanagh advirtió que la producción de los misiles Tomahawk es limitada, con menos de 4.000 en reservas, lo que haría que el Departamento de Defensa de EE.UU. fuera reacio a deshacerse de ellos. Esto se debe a que, en caso de un conflicto mayor, estos misiles son considerados un recurso demasiado valioso.
Además, surge la preocupación de que proporcionar a Ucrania la capacidad de atacar en el interior de Rusia podría incrementar el riesgo de escalada. Si Rusia percibe una amenaza real, incluso para su infraestructura nuclear, esto podría llevar a una respuesta militar grave. “Proporcionar a Ucrania esta capacidad es arriesgado”, concluyó Kavanagh.
Desde Moscú, las autoridades también expresaron su opinión sobre la posible entrega de misiles Tomahawk. Serguéi Lavrov, canciller ruso, indicó que la entrega de estos misiles no alteraría la situación en el frente, y subrayó que si Estados Unidos considera que Ucrania es una potencia responsable, eso lo sorprendería.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, reafirmó que incluso si se decidiera el suministro de misiles, no serían la solución para las fuerzas ucranianas. Mientras tanto, Vasili Nebenzia, representante permanente de Rusia ante la ONU, enfatizó que aún no hay un acuerdo claro sobre la entrega, lo que deja incierto el futuro de los Tomahawk en el conflicto.
