La Corte Suprema de Brasil ha dictado una condena histórica de 27 años y tres meses de prisión a Jair Bolsonaro, expresidente del país, por conspirar contra el orden democrático tras su derrota electoral en 2022 ante el actual mandatario, Luiz Inácio Lula da Silva. La decisión se tomó el jueves con un fallo de cuatro votos a favor y uno en contra, lo que permite que la sentencia pase de inmediato a la fase de ejecución.
Condena y acusaciones graves
Bolsonaro fue acusado de liderar una “organización criminal” que intentó impedir que Lula da Silva asumiera el poder tras los comicios de octubre de 2022. Durante el juicio, el juez relator del caso subrayó el papel del exmandatario como “líder” de estas acciones ilegales. Este fallo se produce en un contexto donde la figura de Bolsonaro ha sido objeto de múltiples controversias desde que dejó la presidencia en 2023.
En un giro adicional, el teniente coronel Mauro Cid, exedecán de Bolsonaro, fue sentenciado a dos años en régimen abierto por su colaboración con la justicia en este caso. La situación en la que se encuentra el exmandatario ha dejado una profunda huella en su círculo familiar.
Reacción de la familia y críticas al proceso
La reacción de la familia Bolsonaro no se hizo esperar. Flávio Bolsonaro, senador y hijo mayor del expresidente, expresó su indignación y aseguró que “no aceptarán” la condena. Junto a su hermano Eduardo Bolsonaro, quien actualmente reside en Estados Unidos, han iniciado una campaña en redes sociales para denunciar lo que califican como “persecución judicial” y un supuesto intento de atentar contra la vida de su padre.
Eduardo, por su parte, ha calificado el proceso judicial como “absolutamente nulo”, acusando al juez Alexandre de Moraes de utilizar la justicia como un instrumento de “tortura, amenaza y persecución política”. Este tipo de declaraciones resuenan en un país que ha vivido momentos de intensa polarización política y social.
Con esta sentencia, Jair Bolsonaro enfrenta el mayor revés judicial de su carrera, un hecho que podría tener repercusiones significativas en el panorama político de Brasil y en las relaciones con México y otros países de la región, que observan de cerca la evolución de la democracia en el gigante sudamericano.