El salvadoreño Kilmar Abrego García fue liberado este viernes de una prisión en Tennessee, pero no podrá descansar tranquilo, ya que enfrenta dos procesos legales en cortes federales, uno por tráfico de personas y otro relacionado con su deportación. Esta situación se complica tras haber sido devuelto a Estados Unidos por el gobierno del expresidente Donald Trump, en medio de un contexto de controversias legales y políticas.
Un regreso inesperado
Abrego García, quien pasó cerca de tres meses en una cárcel en El Salvador tras ser enviado allí “por error”, fue trasladado de regreso a Nashville, Tennessee, donde se le acusa de transportar migrantes dentro del país. “Hoy, Kilmar Abrego García es un hombre libre”, declaró su abogado, Sean Hecker, en un comunicado, aunque la libertad condicional del salvadoreño marca solo un nuevo capítulo de su complicada historia judicial.
La situación de Abrego comenzó a atraer atención mediática cuando el gobierno de Trump lo deportó, a pesar de que un juez de migración había autorizado su permanencia en Estados Unidos mientras se revisaba su caso. La secretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Kristi Noem, se refirió a Abrego como “un monstruo”, afirmando que su liberación evidenciaba un desprecio por la seguridad de los ciudadanos estadounidenses.
Cargos y controversias
El Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ) ha presentado cargos penales contra Abrego García por presunto tráfico humano, un caso que se ha vuelto cada vez más tenso. Sus abogados argumentan que la acusación es una persecución por parte del gobierno, y han solicitado a la corte de Tennessee que desestime los cargos.
El juicio ha generado un debate intenso, especialmente después de que el juez Waverly Crenshaw ordenara al gobierno de Trump moderar sus comentarios públicos sobre Abrego, para garantizar un juicio justo. Hecker, su defensor, valora que este caso es un ejemplo de la “venganza” del gobierno hacia un hombre que se ha atrevido a defender sus derechos.
Los comentarios incendiarios de Noem, que han incluido acusaciones de un historial criminal de Abrego relacionado con el tráfico de personas y abuso de menores, han sido cuestionados por la defensa, que asegura que podrían afectar el jurado y poner en peligro a Abrego y su familia.
La historia de Abrego ha resonado entre los grupos de derechos humanos y los opositores al gobierno de Trump, destacando los abusos que se han denunciado en torno a las políticas migratorias de esa administración. Abrego ha vivido en Maryland por más de una década, junto a su esposa e hijos, y su caso se ha convertido en un símbolo de las luchas que enfrentan muchos migrantes en Estados Unidos.
La saga de Kilmar Abrego García sigue desarrollándose, con la presión de dos procesos legales que pondrán a prueba no solo su libertad, sino también la administración de justicia en un contexto donde la política y la migración se entrelazan de maneras complejas y controvertidas.
