El debate sobre el Tercer Templo de Jerusalén se ha intensificado, involucrando no solo aspectos religiosos, sino también cuestiones políticas y geopolíticas que impactan la región del Medio Oriente. Para entender esta controversia, es esencial revisar brevemente la historia de los templos anteriores conforme a la Biblia.
Primer Templo (Templo de Salomón): Este fue construido alrededor del 957 a.C. bajo el reinado de Salomón y se constituyó en el centro de adoración del pueblo israelita. Fue destruido en el 586 a.C. por los babilonios durante su conquista de Jerusalén.
Segundo Templo: Fue reconstruido tras el regreso del pueblo judío del exilio en Babilonia y posteriormente ampliado por el rey Herodes el Grande. En el año 70 d.C., durante la revuelta judía, este templo también fue destruido por los romanos. Desde entonces, el Monte del Templo ha cambiado de manos en diversas ocasiones.
La historia del Monte del Templo es compleja y significativa. El 586 a.C. marca la destrucción del Primer Templo, seguido por la del Segundo Templo en el 70 d.C. Posteriormente, en el 135 d.C., los judíos fueron expulsados tras la rebelión de Bar Kojba. Desde el siglo IV hasta el VII d.C., el lugar estuvo bajo dominio bizantino cristiano y se encontraba en ruinas. En el 638 d.C., durante la conquista musulmana, el califa Umar lo dedicó al culto islámico. Entre 691 y 705 d.C., se construyeron la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa. En el siglo XII, durante las Cruzadas, los templarios cristianos lo utilizaron como base. Desde entonces, el control del sitio ha permanecido casi ininterrumpidamente bajo dominio musulmán.
Hoy en día, el sitio es administrado por el Waqf jordano, aunque Israel mantiene la seguridad de la zona. La reconstrucción del templo es un tema polémico, dado que el Monte del Templo (Har HaBait en hebreo, Haram al-Sharif en árabe) es sagrado tanto para judíos como para musulmanes. Para los judíos, representa el lugar más sagrado donde se ubicaron los dos templos, mientras que para los musulmanes, es el tercer sitio más sagrado, pues allí se encuentran la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa.
La posibilidad de edificar un templo judío en este lugar podría implicar la remoción o alteración de las estructuras islámicas, lo que sería visto como una agresión al islam y podría provocar un conflicto internacional significativo.
La Biblia menciona la existencia de un futuro templo en los tiempos finales. En el libro de Apocalipsis 11:1-2 se dice: “Levantate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él… porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.” Esto sugiere la edificación de un templo físico en Jerusalén en los tiempos del fin.
Según las profecías bíblicas, un líder mundial, el Anticristo, jugará un papel crucial en la reconstrucción del Tercer Templo. En Daniel 9:27, se menciona que este líder hará un pacto de paz que permitirá a los judíos reanudar sus sacrificios. En 2 Tesalonicenses 2:3-4 se describe cómo el Anticristo entrará en el templo y se proclamará dios. Mateo 24:15 alude a la “abominación desoladora”, un acto de profanación dentro del templo que marcará el inicio de la Gran Tribulación, un periodo de persecución y dominio mundial de 42 meses.
El Tercer Templo de Jerusalén simboliza más que una simple construcción. Para millones de judíos, representa la esperanza de restaurar su antigua adoración; para los cristianos, es fundamental en las profecías del fin del mundo; y para los musulmanes, representa un riesgo directo sobre uno de sus lugares más sagrados. La posible construcción de este templo refleja tensiones históricas, religiosas y políticas, convirtiéndolo en un tema cargado de simbolismo y de gran relevancia geopolítica. La Biblia, especialmente en la Reina Valera 1960, advierte que este templo desempeñará un papel decisivo en los acontecimientos finales de la humanidad, señalando tanto el engaño del Anticristo como la victoria final de Jesucristo.
