La Cuarta Transformación (4T), bajo la dirección de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se ha presentado como un movimiento de renovación y cambio radical en México. Sin embargo, un análisis minucioso revela que su administración puede estar repitiendo vicios del pasado, en particular los del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que dominó la política mexicana durante varias décadas. A continuación, se presentan siete puntos que evidencian esta alarmante similitud.
Uno de los aspectos más destacados es el modo de gobierno, que algunos expertos consideran cada vez más autoritario. Actualmente, Morena, el partido de AMLO, controla 24 estados y cuenta con una mayoría calificada en el Congreso. Esto ha llevado a algunos analistas a afirmar que México podría estar regresando a un escenario de unipartidismo, similar al que se vivió durante los años sesenta y setenta con el PRI. Este contexto plantea serias preocupaciones sobre la salud de la democracia en el país.
El populismo ha sido otra herramienta clave para ambos partidos. Mientras que AMLO ha prometido un gobierno austero y sin nepotismo, la reciente presencia de su hijo, Andy López Beltrán, en eventos internacionales ha generado críticas y contradicciones. Este tipo de acciones contradicen la premisa de un gobierno transparente y austero, lo que pone en tela de juicio la autenticidad de las promesas de la 4T.
Adicionalmente, el uso de sistemas clientelares para mantener bases sociales es una estrategia que ha sido común tanto en el PRI como en Morena. A medida que la administración continúa implementando programas sociales, la dependencia de ciertos sectores de la población en estos beneficios se asemeja a los mecanismos de control utilizados por su predecesor. Esto ha suscitado cuestionamientos sobre la verdadera intención detrás de estas políticas públicas.
La concentración del poder es otro punto de preocupación. A diferencia del PRI, que consolidó instituciones para el control político, la tendencia de Morena parece ser desmantelar y controlar las instituciones autónomas que surgieron tras la transición democrática. Esto incluye intentos por influir en órganos clave del sistema electoral y judicial, lo que podría llevar a un debilitamiento de la democracia y de las contrapesos necesarios para un gobierno efectivo.
“La narrativa del ‘gobierno distinto’ se ve cuestionada por prácticas que parecen replicar los patrones autoritarios del pasado”, señala un analista político.
A pesar de las promesas de cambio, las similitudes entre la 4T y el PRI son evidentes. Desde el uso de prácticas clientelares hasta la concentración del poder, las acciones del actual gobierno invitan a reflexionar sobre si la transformación realmente ha llegado a la política mexicana o si, por el contrario, se está perpetuando un ciclo de prácticas que muchos creían superadas.
La figura de Claudia Sheinbaum, actual presidenta y sucesora de AMLO, también ha sido objeto de análisis en este contexto. Muchos se preguntan si ella continuará la misma línea o si buscará distanciarse de los vicios que han caracterizado a la política mexicana. La respuesta a esta pregunta podría marcar el rumbo de la 4T y sus repercusiones en la democracia del país.
En un panorama donde las promesas de transparencia y honestidad son a menudo desmentidas por la realidad, la Cuarta Transformación enfrenta el desafío de demostrar que es más que un mero reflejo de lo que fue el PRI. La ciudadanía, cada vez más informada y crítica, está atenta a cómo se desarrollarán estos acontecimientos en los próximos años.
