La explosión del reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil, ocurrida en 1986, dejó una de las zonas más contaminadas del planeta. A casi cuatro décadas del desastre, la llamada zona de exclusión, un área de 30 kilómetros alrededor de la central, sigue siendo inhabitable para los seres humanos. Sin embargo, la fauna local ha encontrado un inesperado refugio: perros y lobos “asilvestrados” no solo han sobrevivido, sino que han desarrollado características únicas a través de mutaciones.
Características de los perros y lobos sobrevivientes
En 2014, la bióloga Cara Love de la Universidad de Princeton comenzó a estudiar los lobos de la región. Equipados con collares GPS y mediante análisis de sangre, descubrieron algo sorprendente: los animales habían modificado su genoma, generando una notable resistencia al cáncer. A pesar de estar expuestos a niveles de radiación seis veces superiores al máximo permitido para trabajadores nucleares, los lobos prosperan y se han convertido en depredadores alfa del ecosistema local.
Junto a los lobos, centenares de perros habitan en las ruinas de la ciudad evacuada en 1986, muchos de los cuales son descendientes de mascotas abandonadas durante la catástrofe. Entre 2017 y 2019, se realizaron análisis genéticos a varios ejemplares, identificando mutaciones en su ADN similares a las de los lobos. Sorprendentemente, algunos de estos canes sobreviven dentro del propio recinto de la central nuclear, donde la radiación sigue siendo extremadamente alta.
Un laboratorio viviente en la naturaleza
El fenómeno observado en Chernóbil puede explicarse como un proceso de selección natural acelerada. Los primeros animales expuestos a la radiación que contaban con mutaciones resistentes lograron sobrevivir y transmitir esas características a sus descendientes. Así, generación tras generación, los lobos y perros de Chernóbil han desarrollado defensas biológicas únicas.
La ciencia continúa estudiando la fauna que sobrevivió en Chernóbil, despertando gran interés en la comunidad científica. Investigadores buscan identificar los genes responsables de esta resistencia, con la esperanza de que sus hallazgos puedan aplicarse en estudios contra el cáncer en humanos y animales domésticos. De hecho, se ha encontrado un gen similar en golden retrievers que les permite vivir más allá de la expectativa promedio de su raza.
Hoy, la zona de exclusión se ha convertido en un ecosistema único donde la naturaleza demuestra su capacidad de adaptación. Aunque los perros y lobos mutantes de Chernóbil no presentan diferencias físicas notorias respecto a los de otras regiones, su genoma los convierte en auténticos sobrevivientes y en una clave para avanzar en la medicina del futuro.