La situación humanitaria en Gaza ha alcanzado niveles alarmantes, según el director adjunto del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Carl Skau, quien recientemente realizó una visita a la región. En una rueda de prensa celebrada en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, Skau denunció que las necesidades de la población nunca han sido tan elevadas, mientras que la capacidad para responder a esta crisis se encuentra en su punto más bajo. “Es peor de lo que había visto nunca”, expresó el funcionario, subrayando la extensión del hambre y el aumento de la desnutrición entre los niños.
Las cifras son desoladoras: aproximadamente 90.000 niños necesitan tratamiento urgente por desnutrición, lo que refleja una crisis que va más allá de lo alimentario. “Hay madres que dicen a sus hijos que no jueguen para que no gasten más energía de la que pueden proporcionarles con la comida”, lamentó Skau. Esta declaración ilustra la desesperación de las familias, muchas de las cuales han tenido que desplazarse entre dos y tres veces en los últimos diez días, debido a la violencia y los enfrentamientos en la región.
La situación se complica aún más por la actividad militar en el 85% del territorio de Gaza, lo que dificulta el acceso a ayuda humanitaria. Los trabajadores que intentan llevar socorro se enfrentan a obstáculos constantes; muchos se ven obligados a esperar en puestos de control por horas y, en ocasiones, pasan entre 15 y 20 horas en vehículos blindados, tratando de escoltar a los convoyes de ayuda. Carecen de combustible suficiente y de piezas de repuesto para sus vehículos, lo que agrava el panorama.
“La mayoría de las ventanas de nuestros vehículos blindados han sido dañadas, y no tenemos comunicación básica. Las antenas de radio han sido arrancadas, por lo que si estamos a más de 20 metros de distancia unos de otros, no tenemos una comunicación adecuada”, explicó Skau, reflejando las dificultades operativas a las que se enfrentan los equipos de socorro.
A pesar de esta sombría situación, Skau expresó un ligero optimismo tras sus recientes reuniones con autoridades israelíes. Aunque aún no se han concretado compromisos, el funcionario afirmó que percibió una disposición para autorizar la distribución directa de ayuda por parte de las Naciones Unidas y aumentar la cantidad de suministros. Sin embargo, enfatizó la urgencia de un alto el fuego para facilitar la distribución de la ayuda humanitaria y garantizar condiciones seguras dentro de Gaza.
“Necesitamos al menos 100 camiones de alimentos del PMA entrando todos los días. La mitad de ellos, 50, deben dirigirse al norte para estabilizar la situación y reducir los precios”, añadió Skau, destacando la necesidad de una respuesta rápida y coordinada.
En Ginebra, la situación ha generado condenas enérgicas por parte de funcionarios de la ONU tras el reciente ataque en un centro de distribución de ayuda que resultó en la muerte de varios niños. La portavoz de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani, expresó su preocupación por los “crímenes atroces” que se han cometido en estos lugares, donde las personas, incluidos niños, están expuestas a ataques mientras esperan recibir alimentos y medicinas.
“Otra vez, tienen que elegir entre recibir un disparo o ser alimentados”, declaró Shamdasani, enfatizando la gravedad de la crisis.
La situación se ha vuelto cada vez más crítica desde que la Fundación Humanitaria de Gaza estableció centros de distribución de alimentos, lo que, según críticos, ha marginalizado las operaciones de la ONU y sus socios humanitarios. Desde finales de mayo, este enfoque militarizado ha llevado a un alarmante número de muertes; se han documentado 798 asesinatos de personas que intentaban acceder a ayuda, muchas de ellas a causa de heridas de bala.
El portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Christian Lindmeier, también ha condenado estos asesinatos, afirmando que “poco a poco van faltando palabras para describir el escenario”. La violencia ha llevado a que muchos sean asesinados en lo que deberían ser refugios seguros o mientras se trasladan a clínicas de salud.
La llegada de 75.000 litros de combustible a Gaza, el primero en más de 130 días, fue recibida con cautela por Lindmeier, quien subrayó la necesidad de no depender de entregas especiales para los suministros de ayuda. “El 94% de los hospitales de Gaza están dañados o destruidos”, alertó, mientras la población civil continúa desplazándose a espacios cada vez más reducidos.
En este contexto, la directora de Comunicaciones de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Juliette Touma, se refirió al plan de Israel de trasladar a los palestinos de Gaza hacia Rafah, advirtiendo que esto podría crear “campos de concentración masivos”. La Agencia ha insistido en la necesidad de un alto el fuego inmediato y en que los suministros de ayuda puedan entrar en Gaza sin restricciones. “Levanten el asedio”, pidió Touma, subrayando la urgencia de la situación.
La crisis en Gaza representa un desafío humanitario sin precedentes, donde la vida de miles de personas pende de decisiones que parecen estar más allá de su control. Mientras las organizaciones internacionales continúan denunciando la situación, la comunidad global observa, esperando que se encuentren soluciones efectivas que permitan aliviar el sufrimiento de quienes viven en esta región devastada por la guerra.