En un nuevo movimiento polémico, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció que la Navidad comenzará oficialmente el 1 de octubre, anticipando las festividades en un contexto de tensiones internacionales y crisis interna. Este decreto se produce en medio de acusaciones por parte de su gobierno, que señala a Estados Unidos de amenazar al país con buques de guerra en el Caribe, lo que añade un trasfondo de incertidumbre a la situación política en la nación sudamericana.
Una tradición controvertida
Esta no es la primera vez que Maduro opta por adelantar las celebraciones navideñas. En 2024, por ejemplo, tomó una medida similar durante un periodo de crisis económica tras su reelección, la cual fue tachada de fraude por la oposición. Desde su perspectiva, el adelanto de la Navidad representa una forma de defender “el derecho a la felicidad” de los venezolanos, un argumento que ha utilizado en años anteriores.
Durante su programa semanal, Con Maduro +, el mandatario expresó que “vamos a aplicar la fórmula de otros años que nos ha ido muy bien para la economía, para la cultura, para la alegría”, destacando que la celebración incluirá actividades comerciales, villancicos y tradiciones típicas como las gaitas y hallacas. Esta estrategia busca, según Maduro, impulsar un sentido de unidad y alegría en medio de las adversidades.
Tensiones con Estados Unidos
Las relaciones entre Caracas y Washington han estado marcadas por la hostilidad, especialmente desde que Estados Unidos acusó a Maduro de “narcoterrorismo” en 2020. En agosto de este año, el gobierno estadounidense incrementó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a la captura del líder venezolano, lo que ha intensificado la retórica entre ambas naciones. Maduro, por su parte, ha descalificado estas acciones, afirmando que se basan en “mentiras y amenazas” con el objetivo de forzar un cambio de régimen en Venezuela.
En este contexto, la declaración de un inicio anticipado de la Navidad se presenta no solo como una medida cultural, sino también como un acto político que busca distraer la atención de los problemas internos y reforzar el apoyo popular. “Nadie en el mundo nos va a quitar el derecho a la felicidad, a la vida y a la alegría”, concluyó Maduro, dejando claro su compromiso con esta tradición en medio de la adversidad.
Así, mientras la Navidad se prepara para iniciar en octubre, Venezuela enfrenta un panorama complicado que va más allá de los festejos, con la mirada del mundo puesta en los próximos movimientos de su gobierno y la respuesta a las tensiones con Estados Unidos.