El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, rechazó la presencia de tres buques de guerra de Estados Unidos en aguas del Caribe, calificando este despliegue como un plan “inmoral, criminal e ilegal” con la intención de propiciar un “cambio de régimen” en su país. Durante un acto celebrado en el Parlamento, Maduro afirmó que Washington busca ejecutar un “zarpazo terrorista militar” bajo el pretexto de combatir el narcotráfico.
Acusaciones y recompensas
La administración estadounidense ha acusado al mandatario venezolano de liderar el llamado Cartel de los Soles, una organización que el expresidente Donald Trump catalogó como terrorista. En este contexto, se ha ofrecido una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a su captura. “Quien agrede a uno en América Latina agrede a todos”, afirmó Maduro, enfatizando la necesidad de unidad frente a esta amenaza.
Como respuesta a la situación, el gobernante ordenó el despliegue de 4.5 millones de milicianos, un cuerpo integrado por civiles y adscrito a la Fuerza Armada, y convocó a un alistamiento militar para reforzar sus filas durante el fin de semana. Este movimiento refleja la creciente tensión entre Venezuela y Estados Unidos, en un momento donde la oposición venezolana y Washington desconocen la última reelección de Maduro, a la que señalan como un proceso fraudulento.
La realidad de Venezuela
En medio de esta crisis, la realidad es que la situación en Venezuela se complica cada vez más. La economía del país, devastada por años de malas decisiones y sanciones internacionales, ha llevado a millones a huir en busca de mejores oportunidades. Las acciones de Maduro se presentan como un intento de consolidar su poder y desviar la atención de los problemas internos, pero la comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos.
La comunidad internacional, particularmente América Latina, sigue de cerca la situación, ya que cualquier escalada podría tener repercusiones en la estabilidad regional. Las palabras de Maduro resuenan en un contexto donde la soberanía y la intervención extranjera son temas candentes, generando reacciones tanto de apoyo como de condena entre los gobiernos de la región.
