Los ataques contra escuelas han alcanzado niveles alarmantes, dejando un saldo devastador: más de 10 mil estudiantes asesinados, secuestrados o heridos en solo un año. Esta escalofriante cifra fue revelada en el informe anual del secretario general de la ONU sobre Niños y Conflictos Armados (2024), que documenta un total de 41 mil 370 incidentes, la cifra más alta de violaciones graves contra niños en conflictos armados en casi tres décadas.
Una epidemia global en aumento
Education Cannot Wait (ECW), el fondo global para la educación en emergencias, ha lanzado un grito de alarma. La violencia contra instituciones educativas se ha convertido en una epidemia global, con aproximadamente 6 mil ataques registrados contra estudiantes y educadores. Más alarmante aún, el uso de escuelas con fines militares ha aumentado en un 20% en este periodo.
Las regiones más afectadas incluyen Israel y el Territorio Palestino Ocupado, con 8,554 violaciones graves, seguidas por la República Democrática del Congo (4,043), Somalia (2,568), Nigeria (2,436) y Haití (2,269). Sin embargo, el aumento porcentual más impactante se ha visto en el Líbano (545%), Mozambique (525%) y Etiopía (235%).
La dura realidad en Ucrania
La situación en Ucrania es particularmente preocupante. El 19 de agosto de 2023, un misil impactó el Liceo de Apoyo Vasylkivka No. 1, justo semanas antes del inicio del año académico. Afortunadamente, no hubo víctimas mortales, pero la escuela sufrió daños considerables: paredes destruidas, techos colapsados y sistemas eléctricos arrasados. Este es solo uno de los más de 1,600 centros educativos dañados o destruidos en Ucrania, según UNICEF.
Frente a este panorama desolador, Education Cannot Wait y sus aliados están invirtiendo en apoyo educativo a nivel global, ofreciendo desde asistencia psicosocial hasta la reconstrucción de aulas. Sin embargo, el mensaje es claro: la inversión actual en educación no es suficiente para revertir la crisis.
Mientras los estudiantes del Liceo Vasylkivka luchan por reconstruir su futuro, la comunidad internacional enfrenta una prueba crucial: transformar las aulas de campos de batalla a verdaderos santuarios de esperanza. Como afirma Education Cannot Wait: “Nuestra inversión en su educación hoy es una inversión en un mañana más pacífico para todos”. El tiempo avanza, y las balas no esperan.
