Imagen de portada: Mapa geopolítico Venezuela.
Por Roland Denis
Notas al margen 1: Los juegos de la guerra conspirativa interna
El biólogo soviético V.I. Vernadski habló de dos esferas interactuantes y en permanente transformación en la tierra: la biosfera (interacción bioquímica con capacidad vital de reproducción) y la noosfera (interferencia humana dentro de la totalidad vital del planeta). Estos conceptos permiten una lectura más holística de la vida planetaria, ubicando exactamente el papel del estrato humano en la evolución de la naturaleza.
Cada espacio terrestre —desde la superficie hasta cuatro mil metros bajo aguas o tierra— genera una cualidad natural y humana específica. Esta interacción hombre-naturaleza produce una historia concreta, a la vez humana y natural, desde los 200 mil años que aparece la raza humana.
Durante talleres de geopolítica territorial, reconstruyendo mapas geológicos, históricos y situacionales, entendí la importancia de esta correspondencia biosfera-noosfera dentro de la vida comunitaria organizada. El mapa natural colectivo actuaba como incentivo de conocimiento: cada quien compartía saberes geológicos y biológicos de su territorio con emoción y orgullo, mucho más que sobre las realidades “humanas”.
Esto no es casual. La cuenca amazónica y la cuenca del Orinoco constituyen una “anomalía natural” por su infinita riqueza biológica, acuífera, mineral y energética. Esto ha determinado una historia milenaria que puede leerse entre dos grandes épocas: la época del espiral, marcada por las inscripciones energéticas de culturas ancestrales, y la época de El Dorado, definida por el saqueo colonialista que continúa en los discursos políticos contemporáneos.
Este territorio ha sido codiciado por imperios desde hace más de 500 años. Desde el oro indígena hasta la megaminería y los hidrocarburos, el afán imperial de dominio ha evolucionado en estrategias cada vez más sofisticadas para despojar a los habitantes de su soberanía y apropiarse de esta anomalía natural.
La historia insurgente de América Latina ha sido constantemente infiltrada y minada desde dentro. En el caso venezolano, la revolución bolivariana ha sido objeto de una de las operaciones conspirativas internas más sofisticadas y destructivas de la región, usando las estructuras de mando como vehículo de la descomposición.
Los llamados “diálogos” no son más que mecanismos para consensuar el despojo, tras la fuga de cientos de miles de millones de dólares y la construcción de un Estado mafioso. La clase trabajadora paga con hambre y enfermedad esta operación sistémica. La nueva etapa es el despojo total de la biosfera, que solo puede ejecutarse si se neutraliza a un pueblo que vivió la revolución.
Es decir, hay que quebrar el sujeto y el objeto de la revolución, su voluntad y sus propósitos transformadores. Estos son los juegos conspirativos que preparan el terreno para los juegos del hambre.
Los juegos conspirativos hacia una política del hambre
Inspirados en la película Los juegos del hambre, la lógica de dominación del siglo XXI se basa en el control desde dentro mediante hambre, división y violencia simbólica. La estrategia imperial contemporánea se sirve de gobiernos que simulan soberanía mientras ejecutan un guión escrito por el gran capital global.
¿Cómo se llega a este punto en un país que vivió una insurgencia popular auténtica? Mediante la cooptación del mando, el debilitamiento de metas revolucionarias y la expansión de una lógica burocrática parasitaria.
Los juegos políticos
- Desplazamiento de cuadros revolucionarios no corruptos.
- Captura de organizaciones populares (círculos bolivarianos, UBE, constituyentes, movimiento sindical).
- Verticalización de instancias de base como misiones y consejos.
- Intervención y destrucción de experiencias productivas autogestionadas.
- Creación del PSUV como instrumento de control y despolitización.
Los juegos financieros
- Monopolio de importaciones desde el Estado y connivencia con burguesías parasitarias.
- Sistemas de fuga de capitales bajo amparo de CADIVI, FONDEN y otros fondos.
- Ganancia bancaria hipermultiplicada y endeudamiento criminal del país.
- Ley de doble tributación favorable a las transnacionales.
Los juegos industriales
- Destrucción sistemática de infraestructura industrial.
- Colapso de la industria farmacéutica.
- Bloqueo de planes estratégicos en minería, PDVSA, energía y agricultura.
Los juegos simbólicos y comunicacionales
- Reducción de la política a maniqueísmo simbólico: Chávez como figura totémica.
- Captura y vaciamiento de medios comunitarios y masivos.
- Instrumentalización de lo religioso como mecanismo de control inconsciente.
Los juegos institucionales y delincuenciales
- Reforzamiento autoritario del Estado con fachada de “revolución”.
- Extensión de redes delincuenciales en órganos de seguridad y justicia.
- Paralización de resistencias territoriales por miedo, violencia y fragmentación social.
Los juegos geopolíticos
De la estrategia pluripolar a un pragmatismo sin suelo, el gobierno termina renunciando a su proyecto internacional emancipador, con discursos vacíos y una diplomacia derrotada. El “antimperialismo” se convierte en una cantaleta impotente que disfraza la entrega interna.
En definitiva…
Los juegos conspirativos han generado una lógica contrarrevolucionaria interna, una estructura de poder que reproduce el saqueo bajo nuevas formas. El resultado es un Estado sin alma, que dirige su violencia contra su propia población.
Denunciar esto no es suficiente. La lectura conspirativa es crucial para entender el desastre actual. En la segunda parte se intentará perfilar los sujetos concretos que han orquestado esta maquinaria desde dentro: ¿quiénes son?, ¿cómo actúan?, ¿dónde se esconden?
La conspiración no es un mito. Es una realidad que opera desde los sótanos del poder, mientras afuera la gente sufre, resiste… o simplemente sobrevive.